sábado, 21 de diciembre de 2013

Gallardón..con un cojón.

¿Cuantas veces habrás escuchado eso de "mi cuerpo es mío", eh Alberto?
¿Cuantas veces han podido resonar las palabras "mujer", "decisión", "libertad" en tu cabeza sin provocarte ninguna reflexión más allá del desempolve de una ley restrictiva?

Vamos a hacer un ejercicio de empatía, algo muy efectivo y que deberíamos practicar más a menudo.

Imagina que estás haciendo pi-pi en el baño.
 ¿Sí?
Ahora imagina por un segundo que alguien a quien tú no conoces, incluso al que podrías detestar en base a lo que sabes que hace, tiene el poder de decidir lo que se puede hacer o no con lo que ahora tienes entre las manos.
¿Estás en ello?







¿Qué has sentido?
¿A qué se te ha puesto la carne de gallina?
¿A que se siente miedo imaginando que alguien te obliga a hacer con tu miembro viril lo que tú no deseas, o cuando usarlo, o cómo usarlo?
¿A que tú desde esa cúpula de poder corrupta no te has levantado ayer por la mañana con la sensación de que coartan tus derechos? 
¿Qué se siente como responsable y político viendo por televisión a esa chica apaleada por un policía por defender su derecho a decidir, el cual considera legítimo? 
El mismo derecho del que tú haces uso y abuso.

Hasta los que te apoyan te echan en cara que con esa obligación que instauras a tener un niño con malformaciones, no incluyas lo que el sentido común grita: AYUDAS ECONÓMICAS.
Tú dices que hay que tenerlo, ahora lo de cómo mantenerlo ya queda para otro día.
Lo que tú aparentas tiene un nombre: hipó.................................crita.

No dudando de tu integridad política, y creyendo que, aunque terriblemente equivocado, has sido coherente con tu moralidad y tu concepto del "bien", he de decirte algo:

Unicamente pasarás a la historia por ser el ministro"no sé quien" que en pleno siglo XXI atacó derechos fundamentales de la mujer. 
Da igual que tu ley no lo reconozca, la moralidad individual y colectiva así lo clama.

¿Qué triste no?





martes, 17 de diciembre de 2013

Mi, me, conmigo

Hay personas que se dejan morir antes de que el cuerpo mismo lo haga.
Deciden rendirse, abandonar la vida, simplemente sobrevivir.
Y entonces la vida también les abandona a ellos.
Y esas personas olvidan lo que es el amor, la amistad, darse al otro de la misma manera que piden ser entregados.
Los dolores del alma a veces nos superan.
En ocasiones el tiempo para lamernos las heridas excede el tiempo en  el que el mundo deja de girar por nosotros. 
Por eso no hay segundas oportunidades.
Este es el tiempo que nos toca vivir, gozar o malgastar.
No sirve de nada llorar eternamente, hay que abrazar al dolor y seguir adelante.
No importa cuan profunda es la herida, toca reconstruirse alejándose de lo que nos daña.
Las personas que se fueron no volverán porque nosotros dejemos de vivir. 
Los problemas no se solucionarán porque nosotros los centrifuguemos en nuestra cabecita.
La paz no llegará si nos empeñamos en buscarla fuera.

Dentro de cada uno existe un mapa, de más o menos piezas, y somos  quienes componemos y descomponemos nuestro propio puzzle. No nadie. Nosotros.
Si nos arrinconamos, no fueron los otros los que se distanciaron, fuimos nosotros los que anduvimos el espacio.
Si amamos y nos aman, somos nosotros por enteros los que sentimos, gozamos y vivimos.
Si nos dañan los juicios de valor, somos nosotros quienes debemos reforzar el escudo protector.
Si guardamos rencor, es nuestro corazón el que sufre.

Es sobre ese puzzle sobre el que debemos trabajar.
- Se acabó el amor...                                  "me rearmaré y volveré a caminar"
- Tengo miedo...                                        "lo controlaré y haré lo que deseo"
- No quiere ser ya mi amigo...                   "le dejo ir y que siga su camino"
- Me quedé sin trabajo...                            "Saldré y buscaré uno nuevo"
- Se fue para siempre...                              "No volverá, pero puedo sentirle en la belleza del mundo, en mi propio resurgir, en cada sonrisa, en cada abrazo"

Para cada cosa que nos daña, siempre hay una antítesis, un diálogo con nosotros mismos que nos salva y lleva hacia adelante. 
Únicamente hay que encontrar esa voz que nos hable..y si no existe, porque nunca la ayudamos a crearse, entonces hay que inventarla, poco a poco.
Porque los grandes cambios se dan en los procesos sutiles.
Pasar de sobrevivir a (super)vivir depende tan solo de nosotros.
De mi.
De ti.
De cada uno.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Jóvenes Y sobradamente preparados

Desde el viernes pasado estoy oficialmente en el paro... otra vez.
Podría sentir rabia por un nuevo finiquito.
Frustración porque una vez más los sueños se vuelven inciertos.
Podría sentir pena por lo que termina.
Coraje ante esta inestabilidad laboral que ya pesa demasiado, y a la que parece que los que les toca no encuentran solución.

Pero no, en este día lluvioso solo siento gratitud.

Por estos cinco meses.
Por lo que he aprendido, que ha sido mucho.
Por sentirme orgullosa del trabajo que he desempeñado.

Pero especialmente por la gente que me llevo en el corazón.
Por lo compartido y vivido.
A medida que pasa el tiempo comprendo mejor eso que dicen los que saben, que somos animales sociales. Necesitamos de los otros, y necesitamos estar bien con ellos. Digan lo que digan los que lo digan.
Yo he crecido en este tiempo, pero no solo me lo debo a mi misma, sino a los que me han ayudado a hacerlo.
A los que me hicieron desarrollar mi paciencia, o mi empatía, saber llevar la frustración que viene cuando has de entenderte con alguien que no es como tú. O a los que, con sus actos o sus historias, me demostraron que hay gente que pasa por la muerte de un padre, por el sentimiento de rechazo, por un aborto, por la enfermedad de una madre, y salen adelante. ¡Y de qué manera!

Cuanto más conoces, más conciencia tomas de que eres una minúscula partícula de energía en este cosmos. Que hay gente extraordinaria haciendo cosas extraordinarias todos los días, y que aceptar al otro y quererle es un milagro que cambia el mundo.
Hoy escribo para ellas y ellos.
No os olvidaré, y gracias por todo lo que me habéis aportado, queriendo o sin intención, porque me habéis hecho mejor.


viernes, 25 de octubre de 2013

Alas que gritan

Aferrarse a algo no lo hace más tuyo. Ni un trabajo, ni una pareja, ni un país, ni una palabra.. A veces hay que soltarlo, y esperar, ver lo que pasará.
Creemos que si lo sujetamos, permanecerá. Que si nos esforzamos, irá bien. Que aguantarlo nos hace más nosotros mismos.

Pero a veces no.

A veces hay que dejar de ser, para terminar siendo. Vivir en la incertidumbre para tener la certeza. 
Crecer en el dolor.
Cerrar los ojos para poder saltar.
Extenderte.

A veces la respuesta llega cuando no la buscamos.

La vida no enseña reglas.
Sólo te dice: ¡Vive! 
A veces sales de tu propio país para hacerlo, otras sientes que lo haces en una manifestación justa, y a veces tras la rabia llega la calma y es entonces cuando te vives.

Vas ciego. No sabes si vencerás, pero vives, porque al final es lo único que sabes hacer. 
El resto se improvisa. 
Los aciertos. Los errores.
Las personas que pasaron.
Las que continúan.
Las decisiones que tomaste.
Y lo que no tuviste.

Sólo mi me. Me vivo.
Y sigo. 
Hacia delante.
Con la vida.
Conmigo.
Hasta que muera.
Porque cuando lo haga, quedará eso.
Vida.

Polvo.

Pero alas.
Y todo habrá tenido sentido.
Lo que hice.
Los fallos que cometí y me hicieron mejor.
Lo que tuve y supe valorar.
A los que quise y supe querer.

Y yo, que viví, luché, respiré, sentí y aprecié que la vida es eso.
Algo que llega.
Algo que se va.
Por eso es tan valiosa.


viernes, 27 de septiembre de 2013

Mi alma

Esta botella habla de amor.
Y mi deseo es que un día la encuentres y la destapes.
Tú, Paula.

Eres lo más especial que tengo. El tiempo corre veloz. Y quiero asegurarme, por si mañana no estoy, de que llega a ti la historia que viví.
¿Para qué? Eso lo descubrirás por ti misma. Como muchas otras cosas de esta vida a las que tendrás que encontrar respuesta tú sola. Pero esa es la magia de vivir mi niña, no lo olvides, y no decaigas.

Quiero que sepas que yo conocí esa clase de sentimientos que todos buscamos.
Que realmente existen, así que búscalos, de norte a sur, no importa el tiempo que te lleve encontrarlos, no te conformes con menos.
Para mí, hasta hoy me han bastado para sentirme plena.

La primera vez que lo vi no hubo música, ni flechas de Cupido. Solo un Hola seco, que no anunciaba el hechizo.
Poco a poco nos fuimos conociendo, dos almas afines con vidas paralelas.
Ninguno imaginó que esa amistad tan natural podría llevarnos poco a poco a descubrir un tipo de sentimiento inimaginable, que barre a su alrededor, que sacude sin medida, que te anula la razón, que te tiene a su merced.
No tengas miedo a perder el control, mi peque. Si algo he aprendido es que el amor logra que el corazón y la razón se enfaden. Y no importa si el resultado es bueno o malo, porque el camino habrá valido la pena.
¿Te acuerdas cuando de pequeña papá te subía a las atracciones? Pasabas miedo, y querías que terminara para estar a salvo, pero una vez terminaba te sentías pletórica y entonces solo deseabas repetir y repetir. Pues el amor es eso. Incertidumbre, miedo, dudas, expectativas, y finalmente felicidad, millones y millones de instantes de felicidad.

Una vez me dijo: Escribe nuestra historia, antes de que la olvidemos. Que quede en el mundo, que se conozca.
No le hice caso. Ahora hay tardes que nos ponemos a recordar y, entre los dos, atrapamos apenas un puñado de recuerdos.
Pero es importante recordar. Si amas a alguien pasarás por épocas malas, nadie se libra Paula. Y es importante recordar lo que una vez os unió, lo que habéis llegado a sentir y que, a veces latente, permanece ahí.
Al final seréis dos personas, con virtudes y defectos, que habréis de aprender a convivir, a respetaros, y a limar aquello que pueda hacer daño al otro. Amar es generosidad, no es un "Yo soy así y ya". Se reflexiva, mi peque. Sin perder tu libertad, busca la forma en la que no sea incompatible con esa persona que te da tanto.

Hace un año conocí su país. Encontré sus raíces y la explicación para muchas incógnitas.
Mi última noche en La Habana, allí, en el Malecón, en aquel baile, sentí que todo encajaba. Que había llegado a mi estación final.
De pronto sientes que todo cobra sentido. Que las certezas e incertidumbres hacen las paces.
El amor es imperfecto mi niña. Se sufre. Y se hace sufrir. Pero se perdona. El perdón es tan fácil cuando uno ama que asusta.
No te arrepientas de perdonar. Y no te acomodes si el otro te perdona, siempre intenta ser mejor, te lo debes.
Una no se libra de cometer errores por el mero hecho de querer, y tampoco de padecer los del otro.
Sin embargo, superarlos es sublime. Te eleva. Te hace ser más tú.

Escribo pensando cuándo tendrás edad para leer esto. Y qué habrá sido de él y de mí para entonces.
Pero no importa. Nuestro amor es ya del aire. Es eterno, da igual el minuto final.

Y permanece.

En el campo de futbol donde lo conocí.
En atardeceres. En cuartos de hotel.
Sobre sus hombros al cargarme.
Al otro lado del charco. En el salón de un piso cualquiera.
En una canción, y otra, y otra...infinitas.
En la primera foto.
En un "Yo he nacido para amarte".
Al sentirnos las viejas heridas.
En el pasillo en el que supe que le querría toda mi vida.
En los ojos de mi abuela cuando se lo conté..Tu bisa.

Espero que esta botella te sirva, Paula. Y no olvides nunca que te adoro.
Se valiente, y se feliz.
Ambas cosas van de la mano.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Capitaneando

¿Te conté alguna vez que soy capitana de barcos? De los que surcan los mares en busca de aventuras ;) De los que te muestran la naturaleza, tal cual, maravillosa.

Hoy salí a navegar por la bahía, sin una gota de aire en proa ni una nube en el horizonte.
En Puertochico alcanzo a ver a un señor leyendo la prensa, mientras su nieto señala cada barca que oscila en el agua.

Me rio al enfilar El Puntal, hace poco encallé en el arenal de Pedreña. Llevaba a una cuadrilla de gente que toleró muy bien que el barco quedara tumbado por babor durante horas. Hasta que ya de madrugada, cuando la marea subió, pudimos regresar a puerto.

Me dirijo hacia Isla de Mouro. Tiene un faro en el centro. Dice mi padre que no se puede arribar a ella, así que resulta doblemente atractivo poder pisarla. Pero no me arriesgo a tanto. Me sitúo por sotavento y contemplo las playas de Loredo, Somo y el Puntal. Dejo que el barco derive a sus anchas con la corriente.
 
Veo el brillo del agua al reflejarse el sol, oigo a las gaviotas merodear y observo cómo las olas empapan toda la quilla del barco... momentos de magia.

Un buque está entrando a puerto, lo informa con sus impresionantes pitadas, y el resto de minúsculos habitantes de los mares han de apartarse. De normal, se oyen desde Peña Cabarga. De hecho, hay mañanas que son esas mismas pitadas las que me despiertan.

Contemplo este tierruca. Es bella. No sé si la habrá mejor, pero para mí no la hay igual. Allí en el Palacio de la Magdalena se casó mi hermano, y luego vino Paula.
Allá en Somo pasé los veranos de mi adolescencia, haciendo locuras, disfrutando de baños nocturnos, gritando a la vida por ser injusta cuando la da la gana.
A Loredo iba de niña, allí me salvó Lito una vez de morir ahogada, decía "Sálvate tú" mientras me empujaba hacia la orilla quedándose él atrás. Allí Tata se remangaba y rescataba de las rocas aquellos seres que las habitaban. Allí nos llevaban mis tíos y mis padres a mis hermanos y primos y nos impulsaban hacia arriba dentro del agua para sentir que volábamos.

Esta tierra está llena de recuerdos. Pero en esta mañana uno me cruza la mente. Ahí, en el embarcadero de Santander, una chica vestida de rosa espera que llegue la lancha de El Puntal, la última de la tarde, cuando ya el sol cae. Y de ella desciende un chico que se acerca a ella.





Regreso a puerto.
Regreso a casa.


Feliz domingo navegantes.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Lecciones

Hay cosas que aprender por doquier. Yo. Tú. Ellos. Todos. Para ser mejores.
Para llevarte mejor con tus amigos.
Para entender a nuestros padres.
Para defender mi vida.
Para dejar atrás el pasado.
Para buscar lo que nos haga feliz.
Para lamerte las heridas.
Para soportar la vida sin los seres amados.
Para tolerar y superar la frustración y el rencor.

Pero cada uno a su ritmo y forma.

Hace tiempo hubo un lumbreras que quiso inyectar democracia a un país que no la conocía, y fracasó. Porque existen pensamientos, formas de vivir, actitudes, que únicamente se adquieren por evolución natural. Es decir, cuando uno mismo es el que cree que ha de aprender, cuando uno mismo tiene los recursos para hacerlo, cuando uno mismo siente la necesidad de cambio.
De nada me sirve decirte que luches, de nada me sirve decirte que yo ya pasé por eso, de nada me sirve decirte que olvides. Eres tú. Nadie más. Tú, quien debe andar, quien debe sacar su propia lección. Porque no todos aprendemos lo mismo, ni de la misma manera.

Ojalá con las palabras alcanzáramos siempre algo más que el corazón. Ojalá con ellas cambiásemos los puntos de vista, los dolores, las situaciones que desde fuera se ven "tan fácil", pero que no lo son.
Son nudos difíciles que únicamente la persona que los tiene puede desatar.
Solo queda escuchar. Ahí existe sanación también para el que habla.

Dicen los niños que los mayores complicamos las cosas.
Complicamos lo que sentimos, complicamos la forma de expresarlo, complicamos los por qué, los cómos y los cuándos, y terminamos perdiendo.
Sentir es fácil, lo que no es tan fácil es saber lo que sentimos.
Actuar es fácil, saber por qué lo hacemos es lo que tiene su intríngulis.
Querer es fácil, hacerlo siempre bien ya no tanto.

Uno intenta hacer las cosas lo mejor que puede y, aun así, a veces, no es suficiente para el que tenemos en frente. Porque quizá él o ella ya sabe algo de la vida que nosotros aun ignoramos, o al revés, quizá le queda por alcanzar a él esa lección que tú ya aprendiste y que da sentido a ese momento, a ese por qué, o a ese cómo.

El mundo está lleno de lecciones. Y es afortunado aquel que es sensible a ellas. Porque ese será el que evolucione. Da igual el ritmo, da igual la forma, pero avanzando.


 
Y si yo llevo mis zapatos, y tú llevas los tuyos...entonces en algún momento deberíamos intercambiarlos y sentir cómo camina el otro... porque quizá solo así entendamos lo que hasta ese momento ignorábamos.




lunes, 29 de julio de 2013

Las que viven encima

No tiene estudios. Es maleducada. Nada simpática. No sabe educar a sus hijos. De lejos, es una mujer sin oficio ni beneficio. Incluso si olvidáramos por un instante que el mundo es naturalmente injusto, algunos podrían afirmar injustamente que: Tiene justo lo que merece.

No da confianza. Y mucha gente no invertiría un minuto de su tiempo en ella. De hecho, creo que nadie ha invertido un minuto de su tiempo en ella aún.
Vive arriba. Y a veces baja con sus malos modos y sus malos hijos al malo mundo que la quiere tan mal y tan mal se quiere ella.

Soporta gritos, agresiones verbales. Visita el hospital con frecuencia, misteriosamente regresa para repetir días después.
Y ahí continua. Sin saberse la combinación secreta.
0.
1.
6.

Tres números la separan de su propia salvación.
Pero ella no sabe que la separan muchas más cosas.
Ignorancia.
Desconocimiento.
Autoestima.
Reflexión.
Miedos.
Cómos.
Dondes.
Por qués.
Dinero.
Dependencia.
Cobardía.
Hábito.
Mal-amor.

También está Él. Hijo de una madre que no mereció. Padre de dos niñas que no merece. Marido sin derecho a serlo. Un ser con rasgos masculinos sin ser hombre. Podredumbre.

Y luego estamos los demás. Porque los demás sí sabemos la combinación, y sabemos el lugar que ocupan en el teclado.
0
1
6.

Solo tres números nos separan de su salvación.
Pero nosotros sí sabemos que nos separan más cosas.

Miedo.     A las represalias del ser odioso contra nosotros.
Indiferencia.     "Si ella no hace nada, ¡yo menos!"
Escepticismo.     "Voy a llamar y luego ella lo va a negar y me va a dejar a mí al descubierto"
Egoísmo.     Ya tenemos bastante con nuestras cosas.
Cobardía.     "¡No quiero problemas!"
Justificación.     Para no llevar ninguna iniciativa.
Dejadez.     "¡Si lo vuelvo a escuchar, llamo!"

¿Acaso dejando de actuar no estamos cometiendo el mismo error que pretendemos juzgar?

¿Qué hacer cuando no sacas ningún beneficio de actuar pero pretendes dar un poco de justicia a este mundo injusto?
¿Qué pesa más: las consecuencias, o el hecho de intervenir en si mismo? ¿Que ella no haga nada bueno por su vida, o darle la oportunidad para que pueda hacerlo?
Corremos el riesgo de que ella no luche. Corremos el riesgo de que ese ser odioso nos busque y quiera vengarse.
¿Qué hacemos entonces?

¿Qué harías tú?
Siendo testigo y por miedo a lo que te pueda pasar a ti, ¿mantendrías el silencio como lo hace la víctima?

¿No nos convierte eso en un agresor más?

domingo, 30 de junio de 2013

Esos locos bajitos

Parto de que no tengo ni idea de lo que es ser madre. Aviso por si alguno me tira con ese argumento tras leer esto.
Llevo tiempo pensando en esta botella al mar, no me decidía porque sé que es harto complicada, pero hoy inspiré con fuerza, y aquí estoy.

Mi reflexión me lleva a preguntarme por qué los padres españoles de manera general creen que los hijos adultos les pertenecen por el hecho de parirles. Quiero decir, se creen parte integrante de sus decisiones, de sus equivocaciones, creen que hay un contrato y que hay una obligación: permanecer en el nido o cerca de él.
Nunca entenderé que la felicidad de un padre y un hijo pueda llegar a ser incompatible. Nunca comprenderé ese chantaje emocional del que muchos padres hacen uso a falta de otros argumentos.
- Me vas a matar
- No te va a salir bien, y ya te avisé.

De manera generalizada, nos han enseñado que a la hora de tomar una decisión que atañe a nuestra vida, los padres comportan un obstáculo más a salvar y no un apoyo a priori sin cuestionamiento.
Hay que convencerles, hay que tranquilizarles, hay que demostrarles...porque difícilmente irán a ciegas contigo de primeras.
¿Siempre nos verán como los niños que un día fuimos?
¿No confían en nuestros aciertos y equivocaciones? ¿No creen que las dos cosas nos enseñarán al igual que les enseñaron a ellos?

- Quiero irme a otro país.
- ¡Ay hijo mío! Eso está muy lejos, ¿y qué vas a hacer tú allí? ¡Si aquí estás bien!

- Estoy enamorado de esa chica
- ¡Tú estás loco! ¡Si no la conoces! Esas cosas nunca salen bien.

¿Y qué sale bien sin vivirlo? ¿Hay algo? ¿No hay padres que se separan todos los días, y eran ellos los que creían jugar sobre seguro?
¿Qué jóvenes se han ido fuera y les ha ido de perlas al principio? Todos los inicios son duros dondequiera.

¿Por qué les cuesta romper ese hilo invisible que les da el control?
¿Por qué no entienden que podrían contribuir con su sabiduría y no minar con sus miedos?
¿Por qué no se paran a pensar que la vida hay que vivirla, como quiera, como lo hicieron ellos y llegaron hasta aquí, con hijos maravillosos?
¿Por qué prefieren mentiras a conscientes verdades?

Sé de hijos que para tomar la píldora anticonceptiva debían guardarla bajo el colchón. ¿No es tomar la píldora una conducta responsable y adulta?
Sé de hijos que montaban un auténtico castillo de mentiras para que sus padres no sufrieran.
Sé de hijos que para no decepcionar, no asumían sus propios deseos.

¿Por qué una hija que persigue la felicidad ha de estar llorando ante un padre que no lo acepta?
¿Es que dejar a un hijo volar es como subirse a una vertiginosa montaña rusa?
¿Acaso el gen de la paternidad no tolera la incertidumbre de que un hijo pueda más tarde errar en una decisión que ahora es acertada para él?

Una lee. Ve películas, documentales. Y hay otras sociedades, no solo la nuestra. Otras donde los padres son igual de buenos padres, pero han encontrado la fórmula para dejar vuelo libre.
Para opinar sin sentenciar.
Para aportar sin determinar.
Para querer, asumir y esperar.
De hecho, hay padres españoles que son así, que han visto el acierto de ser así.

¿Por qué a una madre/padre le cuesta tanto entender que realmente quizá ya enseñó a su hijo todo lo que debía, y ahora ese alumno aventajado quiera vivir teniendo su propio cómo?

¿Por qué quizá un día mi Paula, cuando sea mayor, tenga que luchar en contra del viento más querido para ella paradójicamente buscando su propia felicidad?

 

martes, 25 de junio de 2013

Fugaz esta vida

Oí hablar de ella cuando era pequeña, más nunca la vi. Dicen que combatía al mar con recuerdos, y cada tarde con la brisa del sol poniente, germinaba la esperanza en el día después.
Esperó por él al son de un jazz. Un disco de vinilo corroído por el tiempo y la ausencia.
Fueron tres meses que sumaron siete, y luego dos años, cinco, y nunca un final cierto.
Mi tía, una tarde que mirábamos al mar, me entregó una carta vieja, junto a una foto en un sobre sin destino.
- Lee.

"Hoy hablé con ese señor. Me explicó que la solución es sencilla, yo estoy dispuesta pero depende de ti. ¿Qué te pasa por la cabeza amor? ¿A qué tienes miedo? Yo no lo tengo. Más adelante todo puede volverse atrás si no estás seguro, pero ahora podemos acortar esta distancia asfixiante, podemos seguir escribiendo nuestra historia.
Te espero, cuéntame.
Te requiero."

Algunas letras estaban borrosas por el deterioro del papel, y mi tía hubo de ayudarme. Luego la pregunté.
- ¿Qué pasó?
- ¿Tú qué crees?
- Sé que nunca vino, porque no la conocí. Pero me refiero a qué pasó. ¿Qué hizo él?
- Aún no puedes comprender, porque tienes la fortaleza de la juventud, pero los mayores por el camino vamos perdiendo cosas, no solo amigos o amores, sino cosas de nosotros mismos. Él no venció sus miedos. No supo vivir con la incertidumbre. Prefería un mundo conocido que una derrota a su lado. Y lo que hizo fue nada.
- ¿Nunca hubo respuesta a la carta?
- No.
- ¿Y cuántos años han pasado?
- Veinte.
- ¿Puedo?
- ¿Quieres hacerlo? ¿Crees que ella merece respuesta?
- No. Quiero hacerlo por él, nunca es tarde para salir vencedor.
- Adelante. Sé cómo hacérsela llegar.

"Esta es la carta que debió llegarte veinte años atrás, y espero que si aun guardas en el corazón un atisbo de lo que sentiste, leas y comprendas.
Dice mi tía que los adultos son complejos, que temen, sienten rencor, y no siempre luchan por lo que quieren.
Yo voy a hablarte de un hombre. Un hombre que existió a mi lado, que jugaba conmigo, y que me quiso mucho.
Ese hombre un día dejó de reír, otro más tarde de hablar alegremente, y poco después ya no volví a escucharle cantar.
Siempre lo vi de acá para allá, trabajando, y solo con pequeños momentos de ocio. Su mirada triste me hablaba de la vida, quiso asegurarse de que no tarde supiera hacerla frente.
 
Es mayor. No como el abuelo, pero mayor. A veces se queda parado entre la gente, como quien no encuentra su sitio. Otras en cambio continua abrazándome fuerte, como si en mi ser estuviera su salvación.
Solía contarme historias pasadas, con una mujer que quiso, y sé que le dolían, porque nunca me contó el capítulo final.
Ahora, tanto tiempo después, yo escribo ese último capítulo por él. Para ti. Y ojalá no sea tarde.

- No hay dudas. Espérame, voy en tu busca."

domingo, 9 de junio de 2013

De vez en cuando

La nostalgia viene en mi busca de cuando en vez. Dice que llevo mucho tiempo viviendo en el presente, y entonces me lleva de la mano por ahí, por tiempos remotos, y muchas veces terminamos nuestro viaje allí, en aquella ciudad.

Normalmente elige los domingos, por eso de ser raros. Me hace recrearme en personas que tuve, mis amigos de la facultad, en mi yo de la época universitaria.
Una no valora lo que significará la universidad hasta que no la termina. Libertad, crecer, equivocaciones, incertidumbres, amigos, noches, clases, alcohol, fiestas, amores nunca conclusos, bibliotecas, calles, cafeterías, tantas y tantas cosas que quedan.
Estudié lejos de casa y, como yo, la mayoría de los que allí conocí.
No lo pensé al principio, pero poco a poco fui comprendiendo que mis amigos estarían en la distancia, con el riesgo que eso conlleva.. con la certeza pesada que ha tenido.

Con algunos ya he padecido el tiempo y los kilómetros. A otros los aprieto fuerte, aquí en mi corazón, para que se queden intactos hasta quien sabe, volver a verles.
Pero es un hecho.
No volverán aquellos tiempos, y esos amigos serán instantes fugaces robados, ajenos a la rutina de una cerveza, lejanos para correr a socorrernos, paralelos nuestros mundos cambiantes.

Cuando una piensa en lo compartido, daría cualquier cosa por volver un solo día con cada uno de ellos, volver a ser lo que fuimos, los que fuimos, grandes, haciéndonos grandes.

Ahora cada uno tenemos nuestra vida, quizá diferente a lo que imaginamos, pero siempre hacia adelante. Improvisando esto llamado vida, haciéndolo lo mejor que sabemos, y agarrando cada día con fortaleza.

Dicen los sabios que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano. Así que a esos de dedos de mi mano les doy las gracias por aquella época, por aquella Lole que vivió y quiso tanto.

Hoy es domingo, la nostalgia ha llegado.
Pasa.

sábado, 25 de mayo de 2013

Ensayo sobre la lucidez

"Así que sí. Me cago en ti Mariano. Me cago en ti."

El mundo está loco. Míralo.
Gente que se queda sin trabajo, sin casa, sin vida, porque hay que recortar.
Médicos que dejan morir a pacientes porque no tienen papeles.

Para.

¿Morir porque no tienen papeles?
Sí.
Pero, ¿y su juramento hipocrático?
Lo tienen congelado.
Firmado: Mariano Rajoy I, el grande.

Familias con niños que salieron de embarazos con malformaciones, ahora sin ayudas económicas.
Te hago la ley y luego te hago comerte la trampa.
Firmado: Alberto Ruiz Gallardón.

Políticos que roban y aun así se creen con derecho a llevar la cabeza alta, y un pueblo que soporta.
Llega un momento en que el silencio se convierte en traición.
Firmado: Martin Luther King.

Yo tengo una persona que aprecio.
Y vive en un país cuya cabeza visible se llama Fidel.
Él antes no dejaba salir a sus compatriotas de su tierra.
Después decidió lo contrario. Porque tendrá cosas malas, pero el cabrón es listo de narices.
Un día pensó que con este mundo convulso actual, los gobiernos endurecerían las leyes de migración, así que lo aprovecharía para lavar su imagen ante su propio pueblo.
¿Cómo?
En Enero de este año, por boca de su hermano, anunció que no ponía impedimento a su gente para salir. Y que cada país decidiera.
A día de hoy, la embajada española deniega la salida masivamente de personas que lo solicitan, inclusive a los que poseen carta de invitación por parte de alguien de este lado del charco.
Y ahora ya no es culpa de Fidel, sino de la madre que parió a Fidel y a todos los políticos españoles que deciden una vez más sobre nuestra libertad individual.

El mundo está loco. Y está tan loco, que ya lo vemos como normal.

Así que sí. Me cago en ti Mariano. Me cago en ti.
Y lo hago con más fuerza si te imagino con tus camaradas burlándote de una sociedad a la que robáis, pisoteáis, recortáis, confundís, margináis, y obligáis a hacer contra su voluntad.
¿Para quien gobiernas Mariano?
¿Para quien?

Un día alguien saldrá con un arma a la calle, y creeremos que es un loco, porque no seremos capaces de reflexionar que todas las señales fueron llevando a ello. Que la acción suele conllevar una reacción de igual medida e intensidad.
Y que si mi madre, mi hermano, mi sobrina, o alguien a quien quiero, muriese en un país extranjero, por el simple hecho de no ser "legal", seguramente ese arma sería mía, y esa persona sería yo.
Y la repercusión estaría hecha.
La chispa está ahí.
Mariano, este sistema sin conciencia y sin principios, caerá.
Y será digno presidente de este país quien tenga la preclaridad mental para verlo.


jueves, 16 de mayo de 2013

Resiliencia

Hace ya un mes y medio que me quedé sin trabajo. Uno de esos sucesos en la vida que no te esperas, pero que aceptas sin por qués.
Trabajé durante todo un año, en el ámbito de la psicología gerontológica. Sin experiencia, lo que intenté sopesar con dedicación y estudio.
De los dos, la dedicación ya no está. Así que ahora me dedico al estudio. Me estoy especializando en neuropsicología. Y mientras, me emociono cada Martes con el doctor macizo, Shepherd.
Por norma no me enseña mucho, pero de vez en cuando habla de ventrículos, tiene un paciente con afasia, o muestra una TC, y entonces me siento en conexión.

No me suelo permitir mirar atrás, pero te engañaría si no dijera que de vez en cuando lo hago. Como aquello que no nos conviene, pero en lo que alguna vez caemos.
Mirar atrás conlleva sus riesgos, así que hay que hacerlo con precaución. Puedes ver cosas que no te gusten, o que te gusten demasiado y quieras volver.

Mi vida ideal, de haberla cumplido a rajatabla, hubiera sido ser licenciada con 22 años, en época de súper-bonanza económica en este país y de muchas oportunidades laborales.
La real fue que maduré tarde, comprendí cosas tarde y, mientras tanto, tomé decisiones erróneas constantes.

Última planta, Medicina Interna, ahí está el área de Neuropsicología. Ahí trabaja una excompañera de carrera. Entre geriatras, neurólogos y neurocirujanos.
Esa compañera era callada en clase, siempre en la primera fila, las mismas amigas durante los cinco años de facultad. Y centrada. Ahora sé que esa chica ya había respondido a la pregunta ¿Qué quieres?

Es importante hacerte preguntas. Creo que más importante incluso que buscar respuestas.
Cuando te haces la pregunta idónea, la respuesta llega sola.
¿Qué quiero?
¿Soy capaz?
¿Me gusta mi trabajo?
¿Desearía estar en otra parte?
¿Qué quiero mejorar en mí?
¿Sigo queriéndole?

Preguntas.

Mirar atrás te permite ver los errores que cometiste, las decisiones que tomaste y te llevaron hasta este punto exacto.
Pero también te permite descubrir lo que mejoraste, lo que eras y ya no, y preguntarte sin miedo.

Yo ahora estudio porque realmente quiero. Porque lo disfruto. Porque me veo en esa última planta. Quizá no, pero quien sabe. Porque quiero ser mejor. Siempre se puede ser mejor. Cada vez que respiramos nuestra vida puede cambiar.

Mirar atrás es entender que una vez creímos no poder llegar hasta aquí y, en cambio, ahora estamos.
Que ya no importa lo que fuimos, porque ahora somos.

Entonces me detengo, miro hacia delante, y sigo estudiando.
 

sábado, 11 de mayo de 2013

Paolé

 
Hay personas inmensas por ahí. Anónimas. Que en apariencia no te transmiten tanto como lo que finalmente guardan.

Esta noche miré a una mujer a los ojos. Increíble. Sorprendente. Gigante en sus actos, inteligente en sus palabras.
Aceptando que él se vaya, pero plantando firme su corazón en el mundo.
Con lágrimas, pero sin rencor.
Entendiendo que la gente toma sus decisiones. Respetándolas, aunque vaya en su contra. Y a pesar de ello, generosa de sentimiento.
Tomando su propia decisión.

Yo la miraba. Como quien mira la esperanza en un futuro mejor, compuesto por pequeñas migas, porque eso es lo que somos todos, pequeñas migas de lo que podemos terminar aunando juntos.

La miraba y no quería estar en su cuerpo.
Resignación, para dejar marchar a quien quieres.
Intuyendo que si se va para no volver(te), seguramente tú quisiste más que él.
Pero aun así queriendo, hasta el final, hasta esa terminal de aeropuerto, en ese viaje de vuelta a una vida en la cual él ya no estará.

Los sentimientos son insospechados. A veces te atraen con fuerza desmedida, y otras en cambio, tienen apenas el tirón de una leve brisa.

Te admiro.
Has jugado tus cartas como toda una señora.
Maravillosa mujer que amó.
Que hoy pierde, pero se lleva un valioso tesoro. Su propia esencia.
Tus grandes acciones quedan ahí. Y a él lo acompañarán por siempre.

Quizá no supo corresponder tu forma de amar. Y, sin embargo, tuvo el privilegio de tenerte. Fue tocado con la varita de lo inalcanzable, porque desde el principio, para mi, fuiste una mujer con luz propia, esa luz para la que no todos los hombres están destinados.

Suerte en tu nueva vida.
Eres grande, y como tal vivirás.

jueves, 25 de abril de 2013

¿Ya se han ido los Españoles?

Quien iba a decirme a mí que una foto, inicialmente inofensiva, iba a provocarme tantas sensaciones, hasta el punto de formar mi botella al mar.
Y los "dueños" de la foto pensarán: Jo Lole, ¡cómo te pasas!

Que Merkel diga Ji, y Rajoy haga Ji lo pasamos.
Que Rajoy haga Ji, y nuestro culo se resienta, también lo pasamos. Es verdad que con algún que otro pequeño grito de discordancia, pero apenas audible para los oídos "tapios" del buen señor.

Que Bárcenas S.A se haya hecho famoso a la par de millonario a nuestra costa, pues también lo pasamos. Ya la justicia se hará cargo, pensamos, ¿no?
Dentro de un tiempo saldrá otro Barcenas II, porque el fallo no está arriba, el fallo está en la base, en ese sistema que huele mal, y que hasta que no se cambie, seguirá engendrando Barcenitas por doquier.

Que la gente se tire por la ventana de la que ya no va a ser su casa, ¡su casa!, la mayoría lo pasamos también. Es la minoría la que resiste en esto. Y es así, tristemente, porque hasta ahora y de momento, no nos ha tocado a nosotros.

Que la Monarquía se medio ría de la población, lo pasamos de nuevo. El Rey hasta en gracia nos cae.

Que nuestras libertades individuales estén dictadas por esta banda de potenciales corruptos y corruptos de hecho, y lo que es peor, porque si fueran corruptos pero al menos me consiguieran trabajo pues bueno, por esta banda de ineptos que oprimen a los de siempre, porque su cabeza no da para inventar un giro de tuerca que haga posible un mejor futuro para todos.

(Encontrad una manera de aflojarnos la correa, mimarnos, y lograr que consumamos. ¡Porque estamos en una sociedad consumista, y consumir es manera de salir a flote!
Si nos ahogáis, medio país no salimos a comprar, y el otro medio no vende. Con lo cual, ¡Oh, sorpresa! Las empresas cierran. Las españolas, porque los chinos crecen, esos han llegado en el "mejor" momento. Lo cual me lleva a "El arte de la guerra", pero esa será otra botella, si me sale.)

Todo lo anterior y más lo pasamos. Y seguimos viviendo. Es difícil decir esto de mi misma, de los de mi casta, pero seguimos viviendo porque a pesar de todo, seguimos teniendo esas comodidades que este sistema capitalista nos proporciona. Esas cositas que mantienen nuestros sentidos anestesiados.

¿Que hacen de su capa un sayo?
¡Cabrones pongo en el Facebook!
Pero salgo de la red social y me olvido, me voy que a las cinco he quedao pa una cervecita.

¿Que coartan nuestras libertades? Bueno, pero acaban de terminar un parquecito monísimo donde llevar a los niños, o salir a correr con mis playeras nuevas. ¡Guapo, mira qué mona voy!

¿Que roban?
¡Qué sinvergüenzas!
Pero por qué me da que no despunto mucho si digo que yo en su lugar...ay amigo, que yo en su lugar..

En algún paso del camino perdimos el orgullo camaradas. Como personas, como sociedad, como país. Lo perdimos. O más bien, lo canjeamos por otros "bienes preciados", que mientras existan y no nos los toquen, no moveremos un dedo contra este sistema que nos corrompe y nos lleva a ser lo que él quiere.

Porque decir sí. Los españoles, y demostrado queda, si es hablar se nos da de perlas.
Pero hacer.. Hacer es para sociedades más evolucionadas, con más valores no-perdidos, más solidarias, y desde luego, más educadas (independientemente de qué político chupe del frasco).

Entonemos el mea culpa, y cambiémonos a nosotros, a estos, y esto.


P.D: el 01 de Mayo hay manifestación. ¿Qué tal si empezamos a desarrollar el orgullo, mis queridos compañeros?

miércoles, 24 de abril de 2013

Revoltijo de confesiones y pecados capitales

La envidia.

Cuando yo tenía 16 años más o menos, tenía envidia de mi mejor amiga.
Era lista. Yo también lo era.
Era maja. Yo también lo era.
Era segura de si misma. ¡Ajá! Ahí era donde yo fallaba.
Poco tiempo después entendí que la edad del pavo es harto complicada. Y más aún buscarse a una misma en el abismo interior de una adolescente.
Con el tiempo la seguridad que iba y volvía, regresó para no marcharse más. Y me fui convirtiendo en lo que hoy soy.
Con el tiempo también, logré encontrarme en ese abismo interior, ahora ya de una adulta.

La gula.

Al empezar la universidad, estaba gordita. No gordiiiiiiita. Pero sí gordita.
Recuerdo no aguantar más de dos horas (y estoy siendo optimista) sin picar algo. Me freía sartenes de patatas fritas a media tarde.
Muy alejado de la dieta que seguí en el camino de Santiago, andar-andar-andar-y poco comer. Extrañamente después, me cambió el metabolismo, y a día de hoy, mira que no me privo, pero lo de la gordura no me afecta.

La lujuria.

Fue un inicio de verano. Se convirtió en una obsesión. Le tenía en el pensamiento todo el día.
Me encantaba que la gente hablara de él. Le miraba en fotos y no me cansaba, no me cansaba, no me cansaba.
Al empezar el curso forré la carpeta del insti con sus fotos. Y poco tardó la gente en señalar sus dientes, su cabeza redonda..en burlarse vilmente.
Está claro que los adolescentes han venido al mundo para eso.
Él se llamaba Ronaldo Luis Nazario de Lima. El mundo y yo le conocíamos como Ronaldo a secas.

Después llegó Messi. Pero esa ya es otra historia.

La codicia.

Yo tenía unos abuelucos en un pueblo. Ya no les tengo. Eran los padres de mi padre. Y mi abuela, cada vez que ibamos a visitarles, al despedirnos bajaba conmigo hasta el coche, y de estrangis, me pasaba dinero a repartir con mis hermanos. Ella siempre supo que yo era la más sensata de los tres.
Actualmente esos mismos hermanos son los que me pagan la factura del móvil, y la de...
Justo trato por haber sido su contable durante años de infancia. ;)

La soberbia.

Esto sinceramente lo he tenido que buscar en el diccionario.
Y vistas todas las acepciones, pues no. De esta me salvo hasta más ver.

La ira.

De pequeña era bastante combativa. Niñas, niños, pequeños, mayores. No era nada racista para liarme a tortas.
Pero recuerdo una vez ya de adolescente, que estuve muy cerca del mamporreo con una rubiaca, que a mi juicio era peliteñida (no tengo nada en contra de ellas, ¡ojo!).
Bueno, pues la chiquita le llamó hijo-de-puta a mi hermano porque a su juicio se había portado como tal con su prima.
En principio, yo no me metería. Además "la prima" era mi amiga. Y mi hermano un jovenzuelo que, siendo fiel a los de su gremio, no es que tuviera muchos recursos emocionales en el trato al sector opuesto.
Pero ese "de" en la frase fue su condena.
Salí de la discoteca y dije: "Paradme que la mato"
¡Que no! Salí, la arranqué algún pelo moreno que aun tenía, y me volví pa dentro, más a gusto que un arbusto.
Bueno, esta última versión tampoco es la verdadera. Pero es que la pacífica y dialogante no vende.

La pereza.

Bueeeno. De esta he tenido para dar y repartir. Más en los años pasados que ahora, he de decir sin duda.
Pero de mi caminar, me ha quedado algo muy arraigado, y que yo asocio a la pereza.
¿Has oido hablar del término "procrastinación"? Más o menos tiene que ver con "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", pero todo lo contrario.
Cuando yo lei ese concepto, ¡mamma mía! me definía a mí. Lo mío era: para mañana, para mañana no, para mañana tampoco, tendiendo a infinito.
Y al saber que alguien se había molestado en crear tal definición, dejé de sentirme una marciana, y comenzó la curación.

Con todo esto, a parte de haber ejercitado
 la memoria, solo me queda clara una cosa:
                                  ¡Que soy bastante pecadora! :)

martes, 16 de abril de 2013

Ética. Moral. Medicina. Política. Religión. Yo. Los demás.

Hace no mucho participé en un curso titulado "La mujer en el ordenamiento jurídico". Consistió en un paseo por aquellas leyes que la involucraban. Y ¡cómo no! Una de las principales, y que me leí de cabo a rabo, fue la tan famosa Ley del Aborto.

Hoy Alberto, mi Albertico Gallardón, sale en los medios para anunciar que esos preceptos serán modificados, hasta el punto de volver a la ley de Supuestos que hubo anteriormente a la actual.

Obviamente, diferentes asociaciones de mujeres, principalmente progresistas, han salido alzando su voz discrepante, junto con grupos políticos. Estos últimos afirmando que la vigente ley fue un consenso de la inmensa mayoría de la cámara, allá por la época en la que la iglesia hablaba pero solo era escuchada en sus templos.
Hoy, de nuevo fortalecida me imagino que por el actual gobierno, pide una reforma legislativa de aquel acuerdo.

A grandes rasgos, y por si no estás al tanto de cómo funciona, la ley actual da mayor potestad a la mujer para decidir, manteniéndose obviamente unos plazos médicos y morales máximos para actuar. No es necesario que se cumplan los viejos supuestos, por tanto, los factores sociales, económicos, psicológicos o familiares tienen cabida aquí.
Hay un plazo de tres días, llamados de reflexión, desde que a la mujer se la entrega una material informativo sobre el aborto, sus efectos, prestaciones por ser madre... es decir, información que la haga reflexionar en la teoría sobre la decisión a tomar, hasta que presenta a su médico su solicitud y deseo expreso de someterse a la interrupción del embarazo.

Y, dentro del sistema de bienestar al que veníamos estando acostumbrados, abortar pasa a ser una intervención asumida por el sistema nacional de salud, el cual garantiza, por ley, un soporte médico y económico que respalda a la mujer. Osease, no ha de pagar los alrededor de 500€ que cuesta actualmente practicarse un aborto por medios privados. Y se ahorra, si es que no puede pagarlo, ponerse en manos de cuasiprofesionales que se lo hagan más barato, con las consabidas consecuencias, a las que de seguro la iglesia y Gallardón harán oidos sordos. Porque su cuerpo les interesa, o "les pertenece" si tiene un óvulo fecundado dentro, sino deja de interesarles, ella y su destino, y a merced de quien quede.

Ni mi Albertico, ni la iglesia, se han percatado aún de dos cosas:
1. Si una mujer está decidida a abortar, seguramente lo hará, con su consentimiento y ayuda, o sin ella.
2. La tasa de abortos no ha aumentado a pesar de tener mayor accesibilidad a su práctica. Lo que neutraliza la creencia de que la mujer se va a lanzar a un sin sentido de efectos secundarios por el mero placer de tenerlo gratis.

¿Mi cuerpo es mío o suyo?
¿Mis problemas son míos o suyos?
¿En qué consiste la libertad individual entre tanta libertad colectiva?

El debate médico, el moral y el social dan cada uno de ellos para hablar y hartarse.

Pero una cosa está clara, donde se suprime un derecho no se elimina la necesidad de él.

domingo, 17 de marzo de 2013

Sábelotodo..peronada

¿Alguna vez te paraste a pensar lo que se dice de ti a tus espaldas?

¡Vaya afición hay en este país al critiqueo, a hablar sin saber del otro!
Gente que intenta definir tu vida. Juzgar tus actos. Y siempre bajo la apariencia de quien cree hablar sabiendo.
Y eso a nivel de ti y de mí. Pero enciendes la tele, coges una revista o entras en internet, y parece que la sociedad, esta sociedad, valida esa manera de pasar por el mundo. Y yo me pregunto cuánta de la información, supuesta información, que entra por los oidos será verdadera. La misma que sin embargo queda ahí, sin filtro posible, a merced del tiempo y de que un día la recordemos como cierta cuando nunca lo fue.

Diccionario de Lole. Letra H.
"Háblalotodo"
1. Dícese de aquel evidentemente IGNORANTE.
2. Aquel que es consecuentemente BANAL.
3. (coloq.)Tiene su vida vacía de sensaciones propias.
4. Corto de miras, o de otras cosas, pero corto al fin.
5. Cobarde, es de imaginar que a la cara solo MÚ.
6. Veáse también: lengua larga, maruja, criticón, hijo de la santa madre que le reparió.
7. (DEP.). Aquel que se juega el tipo con mucha probabilidad.
8. Dícese de quien malgasta el tiempo pudiendo dedicarlo a mejorarse a si mismo.
9. Si cobraran por hablar, le detectarías enseguida. Aquel, el más callado.
10. (Antónimo). Instruído. Sensato. Reflexivo.

Diccionario de Lole. Letra P.
"Persona"
1. Dícese de quien es incompatible con la palabra fácil.
2. Se caracteriza por un millón de matices.
3. (Adj.)Contradictoria. Fluctuante.
4. Infinita en sus temporales sensaciones, y en sus temporales ideas, y en sus temporales conductas también.
5. Bondadosa a veces y mala otras.
6. Un ser altamente sensible a los factores que lo influyen, modifican y determinan.
7. Donde dijo Digo, nunca dirá Diego. O sí, no se sabe, ya se verá.
8. Aquel que provoca alto número de percepciones en los otros que no le definen sin embargo.
9. Ocupación favorita del sábelotodo..peronada.
10. Cada una es un mundo, y no podrá ser limitada por sus generalidades.

Estas veinte acepciones se resumen en dos:
1. El ser humano intentará continuamente entenderse, contando con toda la información necesaria para ello, y a veces no lo logrará.
2. Consecuentemente, el háblalotodo, parcial y sesgado en su discurso, será en cambio un pobrecillo toda su vida.

lunes, 11 de marzo de 2013

Ecos

- No te vayas aún.

Me vestí. Me enfundé las botas el gorro, abrí la puerta del coche y salí sin mirar atrás.
La noche era gélida, pero las estrellas se veían tan claras que por un instante creí que podría contarlas.

He pasado demasiado tiempo desatando nudos, estoy cansada.
La primera vez que subí a ese coche, ya él no me miraba como antes. Así que traicionarle resultaba demasiado fácil e indoloro.
Cruzar el límite solo tiene una dificultad: el primer paso. Después, llega un momento que ya ni tan siquiera ves la línea.
Me así aun más al abrigo y seguí andando.

Líneas paralelas.
Que se ven.                                             Pero no se tocan.
Que se sufren.                                         Pero no se demuestran.
Que se sienten.                                        Pero no se funden.

Con el tiempo descubrí que eso éramos nosotros. Sin darnos cuenta del cuando. Un error. Un día. Una palabra no dicha. Otra dicha de más. Otro día. Y así perdiendo la perspectiva.

- Manuela, ¿eres tú?

Abrí lentamente la puerta. Y un instante preciso cruzó mi mente. Hace años yo había llegado del trabajo y él estaba escondido. Una luz tenue llamó mi atención desde la habitación. A medida que me acercaba, descifré velas sobre el suelo. Rojas, que escribían:
                   ooooo   ooooo
                      o       ooo
                      o       ooooo

Y debajo una A, una M y una O.

- Manuela, ven. Tenemos visita.

- Buenas noches.
- ¿Te acuerdas de Lucas?
- Sí, claro. Hola. ¿Qué tal?

Con Lucas crucé por primera vez esa línea que ya no noto.
Nos encontramos por casualidad una noche en un encuentro de fotógrafos noveles. Me clavó la mirada sin reconocerme, pero yo iso facto supe que era el amigo que había aparecido únicamente para la boda y desaparecido poco después.
Entonces lo precipitó todo, y lo volvió un desafío demasiado tentador para una fiera herida como yo. Haría daño a mi marido sabiendo que él difícilmente encajaría esa clase de verdad.
El encuentro de fotografía terminó, al igual que terminaron los posteriores encuentros fortuitos cuando la conversación sobre de donde nos conocíamos inevitablemente surgió.

No miento. A él ni a nadie. Ya no.
Esta es mi historia. Y lo humano sería decir que me arrepiento de lo hecho.
Pero lo real es que no es así.
Las incertidumbres del corazón permanecen en ocasiones ocultas incluso para una misma.
Y lo que hoy te resulta improbable, mañana es una certeza.
No me conozco, pero tampoco me cuestiono.

- Voy a ducharme. Estoy cansada. Un placer volver a verte Lucas, cuídate.


- Mañana tendrás que coger el tren para ir al trabajo. Tengo una reunión en las afueras, y lo necesito.
- ((¿Por qué no puedo decirte lo que siento?)). De acuerdo.
- ¿Cómo te ha ido el día?
- ((Hago el amor cada tarde con el mismo hombre, que me pide lo que no le doy.)) Como siempre, agobio y cosas por mejorar. ¿Y tú?
- Bien. Mañana nos jugamos un cierre importante, de ello dependen los beneficios de este año. ¿Te vas ya a la cama?
- ((Estoy cautiva dentro de mi corazón, y grito y grito pero ya no me oyes.¿Esto es lo que tendremos para el fin de los días?)) Sí, antes leeré un poco. Tengo que madrugar más para coger el tren.
- ¿Quieres que te acerque a la estación? Eso sí puedo hacerlo.
- ((Quiero que me quieras. Que no me sienta invisible)) No, no te preocupes. Ya sabes que me gusta andar y ver las primeras luces de la ciudad.

"El tren con destino Madrid- Atocha está estacionado en la vía 3"

Madrid amanecía. 11 de Marzo.
La música de los cascos me perforaba los oídos y el corazón.
¿Cuando me dormía dijiste que me querías o fue mi imaginación?

Pi-pi-pi-pi.. (las puertas se cierran)

- Hola. ¿Tienes un minuto?
- No, lo siento, tengo que colgarte. Estoy a punto de entrar en la sala de reunión. ¿Estás ya en el tren?
- ((¿Anoche me dijiste que me querías?))
- No oigo muy bien, te dejo. Luego hablamos.
- ¿Anoche tú..anoche..?.. ((Te quiero))

Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

viernes, 8 de marzo de 2013

Mujer

Se oye mucho de lo que es ser mujer en este país. Y más hoy que parece ser el día.
Mujer española.
Anatómica, social o emocionalmente. Difícil delimitar.
Como poner puertas al monte, decía Serrat.

Yo hoy estoy cansada. Y pongo -a porque cuando nací alguien le dijo a mis padres que era -a. Después conocí a -o, y poco a poco en la vida fui descubriendo las diferencias. Nadie me las impuso. Si la sociedad en algún momento me quiso condicionar, no lo recuerdo.
Si alguien quiso que me sintiera menos que un hombre, no lo logró.

No me importan las diferencias de genero. No me interesan esas discrepancias lingüistícas que existen. Yo aprendí el castellano, con su masculino, femenino y neutro, el gran olvidado.

Disfruto de mi cuerpo. Diferente del suyo. Viajo hacia el otro. Y viajo hacia mí misma sin susto, sin grandes actos de revolución, como algo natural.

Entiendo la importancia de la independencia. En este sistema que vivimos, es importante la monetaria. Pero hay otras. Ser una misma, abrazarse cada mañana. Desarrollarse en lo que nos plazca.

No comparto el feminismo, ni el machismo, pero apoyo el personismo a mil.
No entro en luchas de igualdades, yo a veces soy superior y a veces inferior, pero siempre yo.
Así que no tengo ninguna batalla pendiente.

Ser mujer en España pasa por recibir, pero también por dar.
Dar recibiendo.
Por pedir, pero por aportar también. 
Aportar pidiendo.

Por saber decir No, y que sea No.

Por decir hasta aquí. No me pegas más. Me quiero.

Pasa por no esperar ventajas por el hecho de ser mujer, pero por exigir lo que toca independientemente de que se sea.

Felicidades mujeres, madres, abuelas, trabajadoras, soñadoras, luchadoras, y pioneras.
Las que estáis, las que se fueron, y las que nos abrieron el camino con sus pequeños grandes actos.

domingo, 3 de marzo de 2013

Y de repente

Es hora de desatar nudos.
De cerrar la puerta al pasado.
De ignorar cómo te ven los otros, y definir tu propia figura.
Eres fuerte. Despliega tus alas. Sólo así.
La primera. Después el aire te acompañará.

Aleja lo que te hace daño. Tú eres la dueña de tu camino.
No temas. Las cosas quizá vengan difíciles, pero eres un alma indomable, y la incógnita merece la pena.
Rechaza los ambientes fatuos. Abre la puerta, quédate con lo bueno y adelante sin mirar atrás.

Creo en ti. Creo en mi. Todo ocurre por algo, y todo lo que provocamos traerá otra vida, otra gente.
Confío.
Confía tú.
Decisiones. Bien o mal. Da igual. Ya improvisaremos.
Pero andemos.

viernes, 22 de febrero de 2013

Una de no amor

Muchas veces se habla del amor. Y de su opuesto, el desamor.
Pero, ¿qué pasa con el No-amor?
Ese es un sentimiento que merece un sitio en la literatura de la jodienda. Porque precisamente eso es, una jodienda.
Existen en el mundo personas afortunadas que han sido amadas más de lo que han amado. Corazones que han querido razonar los sentimientos. "Es bueno, me quiere, se desvive por mí. Merece que le quiera."
Pero no le quiero.
Le tengo cariño, me ha hecho sentir mucho.
¡Ay! Qué doloroso es decir adiós.
Pero no le quiero.
¿Y si espero? A lo mejor...
Pero no le quiero.

Y se llora, se patalea casi igual que cuando se quiere de verdad. Pero no se quiere.
Y se depende de esos sentimientos casi igual que cuando se ama. Pero no se ama.
Y uno quisiera. Pero no quiere.
Y el dolor del otro duele más que el propio. Porque el propio no es amor. Es desear querer.

Y las personas van pasando por nuestra vida. Una, otra. Cada cual aportándote cosas. Y también haciéndote dudar si será que el amor no es para ti. El gen de no saber querer. Ya sabes.
Y el tiempo pasa. Y tú tienes una certeza. Esa persona no es.
Pero ¿donde está entonces? ¿Qué estará viendo ahora? ¿Qué estará pensando ?
Y mientras, vuelves a sentir con otras personas. Y no te das del todo. Y los imanes se repelen en lugar de atraerse. Y sigues dudando. Y deseas tenerle, y cuando le tienes, despliegas las alas en un intento de huir.

Y es entonces, cuando quizá algunos se conformen. Total, "Es bueno, me quiere, nos entendemos sexualmente, y me aporta sentimientos."

En cambio otros.. continúan el viaje. Furiosos, con rabia de no haber sabido querer esta vez tampoco.
Con tentación de detenerse en esa estación, pero con la certeza de que no es su andén.
Y prosiguen. A pesar de la pena, del dolor del otro, de su odio, de su confusión.

Y un día...
Llega ese sentimiento que les cambia la vida. Que no se piensa, porque está ahí y es real. Completa su alma. Atrae con una fuerza desconocida. Sin repeler esta vez.
Y saben que es eso. Que sí estaban hechos para querer. Solo había que esperar. Tener fe en que llegaría. Y ahí está.
Y ahora el miedo ya no es hacer daño al otro, sino que ese otro nos parta el corazón a nosotros.
Y ahora se desean todas las horas, todo su ser, toda la alegría del mundo.

Y ahora uno recuerda lo vivido, y sabe que llegó cuando tenía que llegar. Y que es lo que soñó..gracias a que lo luchó..
..y no se rindió.

sábado, 16 de febrero de 2013

¿Pedirás perdón si eres culpable?

La veo pasar cada mañana. Son días de frío y ella pareciera escapar de él y de algo más.
Los vecinos comentan. Una separada en un pueblo, mala combinación.
Acaba de llegar. Ha comprado la casa del señor Carlos. Llevaba largo tiempo a la venta. "Normal, era mucho lo que pedían los hijos del buen señor."
Se rumorea que viene huyendo de un marido, de una vida que no la gustaba, de un apellido.
No habla con nadie. Permanece en su casa, y solo sale para correr. Siempre a la misma hora, cuando el día recien comienza.
Dicen que si el resto del tiempo se lo pasa junto al ordenador, Julia la pescadera la ha visto a través de su ventana, que pega con su balcón.
No es muy simpática. La Cuca ha ido varias veces a su casa a ofrecerla verdura de la huerta, bizcocho recién hecho, huevos de las gallinas recien cogidos, y siempre lo declina. Una vez hasta la dio con la puerta en las narices. "Bueno, no tanto porque me quité a tiempo. Ahí estuve lista"
El cura ya ha preguntado por ella en la misa del Sábado. Las viejecillas- monaguillas le han puesto al día. No conseguiremos mucho señor cura, le dicen.

- No puedo más. Necesito escapar. Estar lejos del dolor. Poder ser yo sin temor a lo que piensen.
- ¿Cuándo volverás?
- No lo sé. Cuando me cure.
- ¿Cómo es ese sitio?
- Un pueblo. Apenas llegan a los cien vecinos. Me observan, creo que les causo curiosidad. Hay una que todos los días viene a traerme cosas. Aquí hay animales por la calle. Gente que trabaja desde el amanecer al alba. Sus caras... caras curtidas por el frío. Tienen expresiones rudas. No parecen saber nada de crisis, de corrupción, de engaños, de ritmos de ciudad.
- Eso no es para ti.
- Quizá. Pero eso tampoco.

10 de Febrero.
Hoy he conocido al maestro del pueblo. Un hombre envejecido que se ocupa de apenas veinte niños. Les enseña todo. Matemáticas, Lenguaje, Ciencias Sociales y Naturales, Civismo, Dibujo, y le queda rato para hacer ejercicio con ellos. Por cada diez flexiones de ellos, él hace una, el resto las ordena únicamente.
Hoy les ha colocado bajo el roble por el que paso todas las mañanas cuando corro. Ahí estaban, hablando de la vida. ¿Qué hariáis si un amigo se encuentra mal y necesita de vosotros, y vuestro padre os ha dicho que no lleguéis tarde a casa?- Maestro, ¿cómo vamos a desobedecer a nuestro padre?- Yo no respondo, yo os pregunto. ¿Acaso una cosa es incompatible con la otra? ¿No podriáis respetar a vuestro padre y cumplir con vuestro amigo a la vez?
Y me he detenido un instante. La conversación lo merecía. He imaginado ser yo también una niña sentada bajo el roble, y he respondido a la pregunta.

17 de Febrero.
Anoche alguien tocó a mi puerta. Dudé si abrir, no conozco las malas costumbres de este pueblo.
- Hola señorita, me llamo Manuela, y el otro día estaba sentada bajo el roble.
- ¿Cuántos años tienes?
- Once, el mes que viene hago doce. Yo quería decirla...quería decirla...que en su cara hay tristeza. Y no entiendo por qué, le he preguntado al maestro pero él no da respuestas, sólo pregunta. Así que me ha dicho: ¿Quieres preguntárselo a ella, que mejor que nadie te dará la explicación?
Yo la veo guapa..muy guapa. Se nota que sabe mucho, el maestro dice que además es lista. Tiene dinero, dice mi madre que sino no hubiera podido comprar la casa del difunto señor Carlos. Y a mi tío lo trae de cabeza, los niños no deberíamos saber estas cosas, pero él busca cualquier excusa para pasar con su furgoneta por aquí. Y como él, el hermano de Sara mi amiga.
- ¿Tú estás triste por algo?
- Yo no. Tengo a mi mamá, a mi tío el que la busca, tengo a mi abuelita, tengo a mi amiga Sara, nos contamos secretos que nadie más sabe. Y juramos que siempre seremos amigas. Tengo al maestro, que me enseña muchas cosas, y es bueno con nosotros. Dice que si sigo así, llegaré lejos. Yo quiero ser ingeniera. Quiero construir puentes entre las personas.
- ¿Y tu papá?
- Él murió cuando yo era pequeña. Pero no tengo pena. Dice mamá que nos ronda, y cuida de que nos pase nada. Y es verdad, porque una vez que Juan el burro vino a pegarme, se tropezó antes de alcanzarme, y el paleto le salió volando. Desde entonces usa fundas, y no ha vuelto a meterse con ningún niño de la escuela.
¿por qué está triste?

- Cuando seas mayor, conocerás el amor, la confusión de los adultos, y que las cosas que a tu edad eran sencillas se tornan complicadas, y ya nada es sí o no, existen los matices, reales e inventados.
Yo quise mucho, y me hicieron daño. Entregué todo y me quedé sin nada. Ahora todo el mundo me juzga, y nadie me cree.
- Yo la creo
- Tú me crees porque solo soy la que ves, la que escuchaste bajo el roble. Pero otros me conocen de antes, con las circunstancias que me acompañan desde que nací.
- ¿Y qué circunstancias son?
- Soy princesa, mi marido ha robado a mi país, y yo se lo he permitido.

viernes, 8 de febrero de 2013

SOY

- "Tú has cambiado, ya no eres la misma"

     No me gusta hablar de las relaciones interpersonales. Soy consciente de que contienen múltiples puntos de vista, factores que las mueven, matices que las transforman, y aunque las hablemos, siempre se nos escapará algo de su verdad.
     No obstante, últimamente me rodea la reflexión en torno a ellas. Así que aquí queda para ti. Mi particular opinión.

     Hace poco un alma amiga me dijo la frase con la que inicio. La pensé, repensé, y entonces la guardé en el cajón de sugerencias.
     La gente no cambia, se transforma. Soy partidaria de esa idea, y actúo en consecuencia.

     Hace rato ya en mi vida que no espero cosas de nadie, ni permito que esperen de mí si eso implica exigirme si no les llega. Tampoco le digo a nadie lo que hacer, procuro igualmente no juzgar, y por contra, saco las garras si me dicen lo que he de hacer y si me juzgan.
Si no me gusta algo, lo digo. Y si no lo digo, lo olvido. Si alguien se aleja, intento que no lo haga, y si lo hace lo respeto.
     La experiencia me ha hecho ver que normalmente quien más exige es quien menos suele dar eso exigido después.
     Creo que cuando uno juzga, pierde la perspectiva. Cuando uno critíca, olvida ponerse en los zapatos del otro. Y cuando uno no se molesta en ponerse en el lugar del otro, provoca grietas por algún lado de la relación.

     Yo no he cambiado. Sigo siendo la niña con sueños, con rebeldía, con terquedad, con dejadez, que quiere sin remisión a los que pisan su mundo, que valora la vida y se aferra a ella con uñas y dientes.
     Pero sí me he transformado. Sería una tábula rasa de otra forma, e implicaría que la vida pasa por mí y no me influye, ni para bien ni para mal.
Por suerte, sí lo hace.
Aprendo de ella.
Con sus golpes me hinca de rodillas en el suelo.
Su rutina me lleva con frecuencia.
Me obliga a gritarle al mar a veces.
Ante el dolor me hace regresar crecida, y primero me hace encerrarme en mi caparazón.
¿Pero y qué? ¿A quien hago daño? La ausencia de alguien no es un agravio. La ausencia de alguien es echarle de menos, es respetar la distancia, es congelar los sentimientos para que no se erosionen, y es desear que vuelva lo más pronto posible.

     Yo hace tiempo exigía lo que no me daban, pero cuando perdí a un puñado de gente por el camino, comprendí que esperar de alguien lo que no te da, es querer a otra persona que no es la que tienes en frente. Y tarde o temprano el olvido mutuo estará cantado.

     Para mí, el lazo más honesto que tienen las relaciones es aceptarse, mantenerse a pesar de las diferencias, el tiempo y la distancia, y una vez más lograr que sea el amor el que dicte la trayectoria. Porque es la vía más segura al "Para siempre"

     Todo lo demás está de-más. Todo lo demás es perder tiempo, en lugar de vivirlo.

viernes, 25 de enero de 2013

Mi casita junto al mar

Yo tengo dos casitas. Como Noa (www.lasdoscasitasdenoa.blogspot.com)

Una. En el ombligo de la montaña. Gigante. Con personas que me quieren. Con el espíritu de los que se fueron pero no quieren abandonarla.
Y desde ella veo la bahía y el mar a lo lejos, desde hace más de veinte años. Y conozco todas las tinturas posibles que cobra. Embravecido, en calma, de noche, de verano, y muchas veces silencioso.

Recorro esa casa y veo las marcas de guerras pasadas. Momentos vividos, millones.
Huele a mis recuerdos. Cierro los ojos y en ella oigo antiguas risas, lloros, gritos, y también silencios.
Vivo en ella, y convivo también. Con mis padres. A veces con mi abuelo. Que me enseña mucho de la vida. El último mohicano.
Otros decidieron irse y construir un nuevo presente. Crecieron conmigo, y hay días que aun les veo revolotear por casa. Pegándonos por la tele. Llorando en trío al morir nuestro perro. Compartiendo secretos. O agarrándonos a pelo vivo con la escoba de mi madre por medio.


Y luego está la otra. Pequeña. Tranquila. Juega con las olas del mar tanto que casi pueden tocarla.
Tiene ventanas blancas a través de las que veo islas y olas. Horizontes y faros.
En ella solo estoy yo. Y a veces un alma que ha aprendido a ser libre, y que me acompaña.

Es joven, apenas tiene recuerdos. Pero tiene magia. Es mi otra vida. La que comienza. La que está por escribir. Por luchar. Por disfrutar.
Me cuesta visitarla. Pero también levar anclas después.
Ella sabe que aun estoy a medio camino entre el mar y la montaña. Y aguarda. Como los buenos.

Mi abuelo me amenaza. Me dice: El día que abandones la montaña, no cuentes conmigo.
Pero hay otras que vacilante me pregunta si quiero que estemos los dos junto al mar.
Yo me río. Y miro hacia la bahía. En algún momento he de dar el paso.

Raíces y alas. Una o la otra.
Mientras los que me quieren callan. Expectantes. Sabiendo que el momento llegará.

Pero hoy no. Hoy regreso a la montaña de nuevo.
Y quizá un día encuentre la fórmula. Y no sea una o la otra.
Sino
una
              Y
                        la
                                        otra.