viernes, 25 de octubre de 2013

Alas que gritan

Aferrarse a algo no lo hace más tuyo. Ni un trabajo, ni una pareja, ni un país, ni una palabra.. A veces hay que soltarlo, y esperar, ver lo que pasará.
Creemos que si lo sujetamos, permanecerá. Que si nos esforzamos, irá bien. Que aguantarlo nos hace más nosotros mismos.

Pero a veces no.

A veces hay que dejar de ser, para terminar siendo. Vivir en la incertidumbre para tener la certeza. 
Crecer en el dolor.
Cerrar los ojos para poder saltar.
Extenderte.

A veces la respuesta llega cuando no la buscamos.

La vida no enseña reglas.
Sólo te dice: ¡Vive! 
A veces sales de tu propio país para hacerlo, otras sientes que lo haces en una manifestación justa, y a veces tras la rabia llega la calma y es entonces cuando te vives.

Vas ciego. No sabes si vencerás, pero vives, porque al final es lo único que sabes hacer. 
El resto se improvisa. 
Los aciertos. Los errores.
Las personas que pasaron.
Las que continúan.
Las decisiones que tomaste.
Y lo que no tuviste.

Sólo mi me. Me vivo.
Y sigo. 
Hacia delante.
Con la vida.
Conmigo.
Hasta que muera.
Porque cuando lo haga, quedará eso.
Vida.

Polvo.

Pero alas.
Y todo habrá tenido sentido.
Lo que hice.
Los fallos que cometí y me hicieron mejor.
Lo que tuve y supe valorar.
A los que quise y supe querer.

Y yo, que viví, luché, respiré, sentí y aprecié que la vida es eso.
Algo que llega.
Algo que se va.
Por eso es tan valiosa.