viernes, 23 de marzo de 2012

      Te extrujo. Te beso. Te abrazo. Me dices que me vaya, que un sábado por la noche tengo que salir y distraerme.
      Te miro. Te admiro. Te obedezco, y te memorizo en esa última ojeada a tu sonrisa.
La vida es injusta, pienso mientras me visto para irme. Me enfado al traer al recuerdo aquel momento que te fotografié subida al columpio, porque no logro escuchar ya el sonido de tus carcajadas.

      Me subo al coche y veo tu figura en la ventana de la cocina. Me observas marchar. Y mientras conduzco, descubro que lo único realmente nuestro es el presente. El que podemos vivir, sufrir, respirar, detestar y amar a tope. Después, da igual lo que venga, habrá valido la pena ese instante infinito.

      Paseo ya por el puerto de Santander, precioso de día pero mágico de noche. Oteo el horizonte y, allá a lo lejos, está nuestra casa, dueña y señora de toda esta bahía..
      Anoche discutimos. De un portazo te dejé allí sola, con tu orgullo.. y tu tristeza también. No fui consciente del tiempo, de ese que ya no vuelve. ¿Y si mañana ya no estás?
¡Cuántas veces renegué de ti! Creía que si me quedaba a tu lado no me dejarías ser yo misma. Y cometía errores a pesar de las advertencias, en el intento de ser diferente a ti. Y finalmente no terminamos siendo muy parecidas, al menos en la forma. Mi rebeldía, dices tú, me ha llevado a pensar como pienso y a ser como soy.

      Camino de su mano. A él le crees también consecuencia de mi rebeldía. Pero te conozco y sé que, aunque no me lo reconocerías en un millón de años, en el fondo te gusta. Lo tuyo se llama "el-que-dirán", cosa que a mí me importa "un-pepino-en-conserva".
      Son las dos de la madrugada, miro la luna, está llena. Siempre con esa cara, esa media sonrisa al estilo Gioconda, que no sé si es de verdad o me la invento yo.
No te vayas. Aun te necesito para ser quien soy. Para guerrear cuando estoy combativa y nadie más entra al trapo. Para que me mimes cuando estoy enferma, y cuando no. Para que no se me olvide que en tu ombligo están mis raíces.

      Vuelvo a casa, entorno la puerta de tu habitación y continuas ahí. Hoy ha resultado un día más ganado a la vida.
Por la mañana te besaré e inventaremos un nuevo presente. Una nueva oportunidad para darnos lo que quizá una de las dos se tenga que llevar con ella mañana..

..pero "mañana" es una historia que todavía nadie ha escrito.. ¿verdad mamá?

sábado, 3 de marzo de 2012

Sencillamente Anas

Desde mi época universitaria en la que no había filtros en cuanto a qué música entraba por mis oídos, me encantó esta canción..aunque en mi vida faltaba esa Ana.

Cuando mi etapa en Salamanca tocó a su fin, no por voluntariedad y sí porque mis padres tocaron la corneta de regreso, inicié unos estudios a los que llegué milagrosamente..¿Maktub? ;)

Allí el sistema de clase era un pelin diferente. Apenas usábamos las mesas, y las sillas se colocaban en forma de U. Yo en el lado izquierdo, y una muchacha muy sonriente en el lado derecho, de manera que me quedaba enfrente. Luego ambas descubriríamos que nuestro lugar en esa U tenía hondas raíces en nuestras ideologías, jeje!

Las relaciones humanas se basan en un principio básico: el feeling. Se tiene o no se tiene. Y hay que contar con ello.
Yo poco a poco descubrí el mío con esa niña pija escondida bajo ropas alternativas, con la que guerreaba hasta el cansancio, que de seguro tacharía la canción de Serrano de ñoña ñoñísima, y que siempre mantuvo la sonrisa en su boca..nunca en todo ese tiempo la vi perderla, y fueron dos años juntas.

Curiosamente sin saberlo nosotras, el destino también había movido sus hilos.
Un día mi hermano comiendo me preguntó si yo conocía a una tal Ana. Yo pensé "¡No por dios, que no sea la que yo creo!"
Pues sí. Justito era la feliciana de mi compañera de clase.
Resulta ser que muchos años atrás un hombre fue a parar con un coche estropeado al taller de mi padre, que entonces se ubicaba en Cisneros. No tenía dinero para pagar la reparación, aun así él le dejó llevarse el coche.
Cuando mi padre abrió el nuevo taller, ya en Gral. Dávila, tenía que pagar el préstamo al banco a un interés muy elevado, entonces aquel hombre que ya por aquella época se había convertido en su amigo, llegó con una importante suma de dinero que le dejó sobre la mesa sin preguntas.
Ese hombre fue el padre de Ana.
Y ahora Ana se convertía en mi amiga.

Es mítico entre nosotras el instante en el que me contó que pertenecía al árbol genealógico de Napoleón. Si has cogido el tren alguna vez desde Santander en hora punta, como aquel día que eran las 20:15hrs, sabrás que va abarrotado. ¡Y fue ahí donde la tía me espeta que es la nietísima! En las caras de los que nos rodeaban de repente claramente leí: Delirios de Grandeza... ¡Tierra, trágame! O como diría mi amiga Mar: ¡Mátame camión!

En estos tiempos se habla mucho de crisis, pero nos rodea además la tristeza, de la gente que pierde seres queridos o que teme hacerlo.

Al finalizar los estudios, Ana y yo trabajamos juntas durante cinco increíbles meses. Hacíamos lo que todo el mundo sueña: disfrutar con nuestro trabajo.
Y muchos mediodías los pasé en su casa, comiendo lo que Ana-Mami nos preparaba. Una mujer cariñosa, con la misma sonrisa que su hija y con la que viví momentos entrañables.

El pasado verano, en mi religioso paseo por la playa, me sonó el móvil..
Han pasado meses desde entonces, y Ana-Mami prosigue su lucha contra el cáncer.
Y desde ayer libra una batalla importante..ahí la imagino, con esa sonrisa, la que permanece inalterable.