martes, 25 de noviembre de 2014

Te prohibo ser perfecta

Que no, que no te dejo ser perfecta. Te pongas como te pongas.
A partir de ahora te vas a equivocar una, dos veces al día, tres si tienes tiempo.
Vas a ponerte gorda, o a quedarte baja, o a tener los pelos desaliñados.
Dirás cosas sin sentido porque sí, sin juzgarte.

Joder con intentar ser perfecta.
Se acabó ya.
Que no, niña buena.
Ahora serás niña mala, y aprenderás a vivir con ello.
Buscarás que la gente se ría de ti con tus ocurrencias, no te dejes ni a uno.
Y que nadie esté de acuerdo contigo por tus ideales.

Que no se te ocurra desobedecerme.
Que te señalen.
Que te detesten.
Que te ignoren.
Da igual.
Pero no se te ocurra ser perfecta.

Se fiel a tu naturaleza, y comete errores.
Deja atrás a los que quieras si ya no les quieres.
No cumplas ninguna expectativa.
No impresiones.
No aguardes por lástima.

No me seas servil.
Ni condescendiente.
Da tú el último grito.

Se imperfecta.
Maravillosamente imperfecta.
Te lo ordeno.

Y si siendo así,
tan diferente a lo que todo el mundo sueña ser y nunca será,
logras quererte a ti misma,

entonces habrás logrado ser
alas de pájaro,
salitre del mar,
todos los bichitos del campo al unísono.

Entonces serás mariposas y mariquitas voladas,
el polvo mágico que impregna mi corazón.
Lo serás todo y más si quieres.

Y, un día como hoy, 25 de Noviembre, serás tu imperfecta favorita.

martes, 11 de noviembre de 2014

Tres pequeñas aladas

P.

Cuando pierdes la fe en ti.
Cuando eres soledad entre quien te quiere
y el miedo te puede.
Cuando el silencio es la norma
y el "por qué" invade el paisaje con la misma fuerza que el amor se escondió.

Cuando crees que no sobrevolarás las luces
Ni serás más que lo que fuiste.
Cuando el pasado ya no se cruza contigo en noches divertidas
Ni los que estaban vienen a bailar.
Tú, amigo mío, que no mueves tu cuerpo al ritmo de tu corazón
Alegra tú te.

Cuando lo que no hiciste te persigue ya inalcanzable
Y lo que sí comienza a restar.

Cuando dudas del camino.
y del caminar
y del caminante.

Y la distancia duele
Pero duele aun más porque tu persona no está
ni lejos.

Cuando la realidad te engulle
y te sientes chiquitito.
Y no encuentras salida posible.

Cuando eso pasa
Toca fondo.

Ahora subir es la única opción.
Así que respira.

Lo que pienses, sentirás.

Así que grita: soy extraordinario.
Y vuelve a la carga.

Tú, mundo de posibilidades.
Estrújate.
Resuena.
Dinamítate.
Improvisa mil "cómo" ser feliz.
Y viaja al pasado.
Baila con ella y con él. Con los que se fueron.
Y agita tu fortaleza, amigo, como siempre hiciste.
Tú.

Inventa mil mentiras que serán tus verdades más poderosas.

Y recuerda sonreír.
Y olvida riendo.
Porque lo malo se irá.
Si lo dejas ir.

Verás..


Yo también tengo miedo.
De no hacer de mi vida lo que soñé.
De no quererte lo que siento.
De no sentir lo que quiero.
Tengo miedo de la forma que me mira.
Por si un día me desprendo y me pierdo.

Tengo miedo a que te vayas.
Por si no disfruté lo suficiente...te.

Tengo miedo del día por si se va.
De la noche y mis fantasmas.

Yo también tengo miedo.
Tengo miedo de mi misma.
Sobre todo de mi misma.




Érase una vez una niña que calló.
Y se cayó.

Un día imaginó la eternidad.
La grandiosidad.
Lo bello y perfecto.
Cada día lo regaba.
Y salían flores.
Y salían palabras, y bellos versos.

E inventó un nosotros.
Te quiero.
Aunque mentira.
Y me quieres.
Aunque no a mí.

El tiempo a tope.
Que se esfumó.

Al principio
Más no al final
No hubo brebajes, ni pócimas mágicas.

Se consumió en el silencio.
Cambió en el silencio.
Se fue en silencio.

Y él no miró atrás nunca más.
Ya la había conocido.
Lo supo siempre.
La quiso por siempre.
Más nunca la buscó.

Y a pesar de todo
Del uno sin la otra
De la otra sin ella misma
Vivieron felices y comieron perdices.
 

Últimamente así es

Últimamente prefiero la noche.
Sentarme a escuchar grillos nocturnos, el aullido de lobos lejanos
o a cualquier criatura huidiza como yo.
Me he vuelto pragmática.
He tachado la palabra corazón del diccionario, y tomo sólo infusiones con poco alcohol.
He sentido que la vida pasa pronto,
que el amor cambia y, a veces, hasta muere antes que nosotros.
Así que me cuestiono un poco menos
y me equivoco un poco más, a ver si de por esas la vida me sigue empapando.

Me he enfundado playeras, y he dejado el tacón para el día.

Me siento frente a la luna, a la montaña y a mis demonios.
Mis quinientas noches de Sabina.
Me doy cuenta de que los cambios asustan, en el fondo los tememos, como a lo desconocido,
esa última amarra a soltar,
a sabiendas de que quizá es lo que nos arreglaría el camino,
salir de esta senda y entrar en otra, más desconocida pero con más esperanza.
Últimamente no regalo besos,
pero quiero abrazar mucho.
No cuestiono al otro pero busco mi soledad más que nunca.
Me cuesta tolerar la indiferencia.
Tengo que pararme a respirar profundo cuando los golpes llegan,
para recuperar el sentido de lo que soy, de quien soy.

Últimamente me siento en las escaleras,
y contemplo el silencio de la noche,
 la calma que habita en la oscuridad, entre ruidos indescifrables.
Será porque busco fuera lo que no hay dentro,
será porque el día da demasiado protagonismo,
 marca el tempo a seguir y te hace correr,
correr aunque no quieras, aunque quieras detenerte y tomarte tiempo.
Hay épocas de caída,
pero no importa caer, sino darte la oportunidad de volver a levantarte,
y ser más fuerte,
y volver a ser, más.
Pero ese momento solo cada uno en nuestra vida
decidimos cuando es.
Cuando pasa el dolor,
o las dudas,
o la felicidad que se fue.

Últimamente me escondo del día cuando llega la noche.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Yo digo que voten

Yo voto que voten.
No porque comparta sus ideales, sino porque tienen derecho a decidir.

Yo voto que voten.
No porque quiera que se separen, sino porque quiero saber qué piensan.

Yo voto que voten. Porque si sale que "no" nos odiaremos un poco menos, y si sale que "sí" nos respetaremos un poco más.

Yo voto que voten. Porque cada uno debería estar donde quiere estar. Y porque nadie debería desear a su lado a quien no quiere estar.

Yo voto que voten, porque esto es una democracia. Porque las ideologías, las banderas, las leyes, los odios son inventos humanos, pero no el deseo, no la felicidad, para eso nacemos, por ese equilibrio avanzamos. Y mi felicidad no tiene por qué ser la de otro, o sí. Por qué no.

Yo voto que voten. Porque estoy harta de no adaptarnos a ellos esperando que ellos lo hagan porque es "su obligación"

Yo voto que voten, porque quiero escucharlos, porque quiero respetarlos. Porque no los necesito aunque los quiera a mi lado.

Y voto que voten sobre todo y por encima de todo para luchar contra el odio absurdo de pueblos que deberían quererse por sus semejanzas y no odiarse por sus diferencias.

Yo voto que voten porque es mi derecho. 
Y que ellos el 9 de noviembre voten el suyo.

viernes, 18 de julio de 2014

Una de dos

Has soñado conmigo.
Me has dicho: perdóname.
Sin embargo, eres tú la que ha de perdonarse.

Me pediste que aguantara hasta el día siguiente, 
que te esperara, 
y lo intenté, pero no pude más.
Las fuerzas se iban, y los ojos se cerraban.

Pero cuando estaba yéndome, te vi.
Allí de pie,
Sonriéndome y queriéndome como siempre hiciste,
Con tu perfecto amor imperfecto.

Perdónate. Y perdóname.
Es la mejor manera de seguir adelante.

Te acercaste a mi lado, y sentí que me cogías de la mano,
el último calor, tu beso estrujándome.
Hay muchas formas de estar, hija.
Da igual donde esté el cuerpo.
Por eso yo te traje junto a mi.
Para irme rodeada de los que me quisieron.

Perdónate. Yo nunca he necesitado hacerlo.
Porque me diste una vida entera y creíste quitarme la eternidad, 
pero no.

En el último instante te sonreí,
y entonces me quedé contigo.

Carta de una abuela a una nieta.
¿Qué importa cómo fue la historia real si el amor lo cambia todo?

Para mi tata, que lo inunda todo.
Gracias.

domingo, 6 de julio de 2014

Te estoy tejiendo un par de alas, hija mia.

El mundo de los niños es apasionante.
Y para muchos padres también enigmático.
Hace poco un conocido me decía que la mayor parte de los educadores improvisan, porque no nacieron con el título paterno o materno. Así que según se van dando las situaciones y los conflictos con los niños, van intentando solucionarlos como pueden.
Algunos lo saben hacer, otros lo intentan y otros han de pedir ayuda ajena.
La regla del éxito en ser padre no es una ecuación matemática.
Los niños son seres que van mudando sus conductas, sus costumbres, sus ideas y sus emociones, y a veces los padres no están preparados para adaptarse y saber actuar ante ese constante cambio.

Cuando yo hice la carrera tuve muchos profesores, y con ellos muchas asignaturas. Pero tuve uno en concreto.
Quizá el mejor profesional de la psicología del desarrollo que ha dado España, y uno de los mejores profesores que tuve. Por cómo nos formó en la materia y por cómo era como persona, bastante alejado de las ratas de laboratorio con las que compartía docencia.
Su nombre es Felix López, y te recomiendo, si te interesa el mundo del desarrollo de los niños y de las personas en general, que te leas alguno de sus libros.

En estos días yo me acuerdo mucho de él, porque mi sobrina de casi tres años comienza a defenderse de lo que considera injusto del mundo con las archiconocidas "rabietas".
Pesadilla oficial por votación popular para la mayoría de los padres.
Y mi hermano y mi cuñada lidian con ella, y de momento ganan ellos el combate.

Cuando Félix llegó un día a clase para enseñarnos cómo enfrentar las rabietas en niños, mi interés era mínimo, estaba más preocupada de volver a habitar mi cuerpo presente tras una noche muy larga que lo que tuviera que ver con niños que especialmente he de decir que nunca me preocupó.
Comenzó la clase.
Y cuando terminó, mis ojos estaban abiertos como dos oteadores.
 ¡Una clase alucinante que se había marcado el tío!

A día de hoy esa clase cobra todo su sentido, y sigue grabada a fuego en mi memoria.
Aquí te la dejo por si un día, como a mí hoy, te sirve.

Aproximadamente en torno a los dos años, coincidiendo con que ya echan a andar, los niños comienzan a encontrar una oposición fuerte a su espontaneidad en la autoridad paterna/materna, que por otro lado aparece por considerar ciertas conductas del niño como peligrosas o inadecuadas.
En este momento los niños, por su desarrollo moral natural, aun desconocen qué es eso de las normas y por tanto ellos encuentran ilógica esa autoridad del adulto.
Es aquí donde nos encontramos con las rabietas.
Para los padres son una respuesta exagerada e irracional del niño, y que además les lleva de cabeza.
Para el niño en cambio son la respuesta lógica a normas que no entienden y, por tanto, hay que verlas como reacciones inteligentes por su parte e intentar mantenerse firme y en calma ante ellas.

Ahora bien, que los padres o los educadores sepan gestionar esas rabietas en un inicio es fundamental en el desarrollo del crío, si pensamos en niñas y niños que llegados a la primera década de existencia son auténticas máquinas de histeria y cólera incontrolable porque no se supo marcar los límites al principio.

Porque saber llevar las rabietas es eso: poner límites al niño.
Y ahora viene la buena: ¿y cómo se hace eso?

El niño nos hace una petición.
Como la consideramos absurda o peligrosa (ejemplo: "quiere ir en el coche como los mayores, fuera de la sillita a la que el destino le ha condenado"),
lo que hacemos es no escuchar o ignorarlo con la esperanza de que se olvide de ello y desista.
Primer error. Hay que escucharle, e intentar en la medida de lo posible explicarle la situación. Para él es lo más lógico del mundo y hay que hacerle sentir escuchado.
Como no escuchamos, la rabieta se inicia.
Entonces, el adulto ahora sí, le niega el deseo.
La rabieta así, cual fuego artificial, cobra intensidad, espectacularidad y virtuosismo en el tiempo.
Los padres llegado este momento pueden optar por dos caminos:
 el primero, ceder a la petición ("para que me deje en paz y se calle, por dios que está mirando todo el mundo") y que se salga con la suya.
Segundo error. No hay que actuar con enfado, sino con calma (bonita teoría, más difícil la práctica, lo sé.)
 Y el segundo camino y el más importante, persistir en la decisión con independencia del griterío, lloros y pataleos.

Si optamos por la primera opción, el mensaje que le mandamos es el siguiente: Tú llora, patalea y grita durante un rato, que después yo te doy lo que quieres.
Es decir, ellos aprenden que actuando así conseguirán lo que quieren, no saben cuándo pero sí que lo lograrán.
Por tanto, con el tiempo los educadores hemos dotado al niño de una forma de ser rabiosa como medio para conseguir las cosas y que, con bastante probabilidad, se prolongará y afianzará durante su infancia y adolescencia.

Si por el contrario, optamos por la segunda opción, somos resistentes frente a la situación y continuamos con nuestro NO (es importante que sea temprano, y no esperar mucho tiempo a que la pataleta esté ya muy avanzada),
la rabieta tarde o temprano desaparecerá, y el mensaje que le mandaremos al niño será: Llora, patalea y grita que de esta manera no vas a lograrlo.
Como ejemplo de forma de solucionar las cosas, le podemos decir: Veo que estás muy enfadado, cuando se te pase avísame y lo hablamos.

Y esa será la base sobre la que el niño en un futuro, cuando posea los recursos personales para ello, construya una forma alternativa de alcanzar sus objetivos.

Gracias a Félix por esta clase.


viernes, 20 de junio de 2014

Crónica del telediario de las nueve

A veces me pasa que tengo que pasar de la condición humana un rato 
porque vaya tela.

Noticia 1: La gente que trabaja en la hostelería trabaja mínimo diez horas, 
y yo me pregunto: ¿esta misma noticia que yo escucho la oirán los políticos que legislan?
Porque una cosa es que se hagan cositas de estas ilegales a lo "bajini", 
y otra muy diferente que se anuncie a bombo y platillo en la tele
 y los responsables además de verlo normal, no hagan nada al respecto. 
Y ojo que los que explotan no son los de arriba, sino la patronal de abajo, parece que no sólo la clase alta tiene crisis de valores.

Noticia 2: la tasa de desempleo. He compartido pupitre unos meses con otra psicóloga, o casi, 
que dudaba con sus 26 años si llegaría a ser una buena profesional, 
¿y sabes por qué? 
Porque ni tan siquiera lo había podido demostrar aún. 
Y yo la dije, con la misma esperanza y certeza que si la hablara a Paula en un futuro con aquello a lo que se quiera dedicar: Serás una gran psicóloga, y lo demostrarás. Pero en el caso de que no lo puedas demostrar, nunca olvides que lo seguirás siendo.
¿Cuantos dudamos de nuestras capacidades? 
¿O cuantos por desgracia no tenemos la oportunidad en este país "crisis-oso" de desarrollar todo nuestro potencial?
 ¿Cuantos por esto se olvidan de que ese potencial vive ahí, en cada uno de nosotros? Porque todos tenemos uno, encuéntralo si aún no lo has hecho. 
Y este mundo, éste precisamente, no es justo. Así que quizá no te de esa oportunidad que mereces de mostrarte al mundo, pero tu valía está ahí, esa nadie ni nada te la puede quitar, borrar, ni hacer olvidar.

Noticia 3: bicolor vs. tricolor. Ayer mientras en la televisión lucía un Madrid de dos colores, rojo-amarillo-y vuelta a empezar,
 los que entre bambalinas lucían tres colores 
eran apaleados, discriminados o interceptados en su libre fluir. 
Y la policía lo justifica. 
Dice que es como si en la celebración de la champions del Real Madrid dejaran pasar a gente de los Boixos Nois. 
Y a mi se me plantean dos dudas. 
La primera: ¿habrán visto el video de las chicas que para que sus novios las entendieran mejor les traducían los asuntos en términos futbolísticos y por eso han utilizado la metáfora? 
Con lo que me preocuparía a qué tipo de sociedad cree que se está dirigiendo y ,sobremanera, su forma de empatizar con ella.
Y la segunda: ¿los boixos nois y un aficionado del Barça corriente y moliente son lo mismo para el sindicato de policías? 
Quiero decir, en los partidos de clásico, fuera del estadio, se juntan madridistas y barcelonistas y, hasta donde yo sé, aquí paz y después gloria. 
¿O es que acaso el portavoz de este sindicato ha querido dar a entender que los republicanos que se manifestaban ayer por las calles aledañas a las que discurría el festín monárquico son una especie de crepúsculo extremo que venía a liarla parda,
y no la natural expresión indignada, y no por eso violenta, de quienes sienten que su país va por un lado y sus convicciones por otro?
O quizá lo que ha ocurrido, 
sin pretenderlo las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, 
es que queda en el inconsciente colectivo al ver las imágenes 
una sensación incómoda de que uno no puede ir con una insignia republicana (o del signo que sea, me da igual) en el pecho demostrando la libertad de expresión e individual sobre la que se asienta esa tan amada Constitución 
que ayer tan bien, 
y no también, 
amparaba a los que aplaudían al nuevo rey.
Coraje me dan las injusticias ya de por sí, 
pero cuando me las meten así, 
a pelo y sin anestesia, 
todavía me producen más repulsa y ganas de mejorar las cosas.
La moraleja de hoy es que las noticias hay que dosificarlas 
de vez en vez, 
de mes en mes 
y de año en año.

Llegara un día en el que esta frase se cumpla. Sueño con ello.

lunes, 2 de junio de 2014

Mindundi

Mi generación es la generación de los mindundis.
Nacimos en época de bonanza, bienestar y desarrollo acelerado de este país.
Hemos madurado tarde porque la realidad social así nos lo ha permitido.
No hemos vivido una dictadura ni padecido la escasez que nos precedió.

Desconocemos el alcance de esos logros que el rey que hoy abdica, alcanzó.
Somos la generación a la que todo le fue dado, más derechos que deberes, según dicen los mayores, y será verdad.

Hasta hoy.

Como aquel que ha de pagar justamente por lo recibido, ahora somos la generación que se queda fuera de las bonificaciones a la contratación.
Somos los emigrantes en busca de un futuro mejor.
Somos los que tenemos los sueños congelados, los que vemos diferencias de clases, y poderes económicos que tutelan nuestra existencia.
Somos los que, llegado el momento, padecemos lo que no elegimos y cargamos con los errores de los que decidieron por nosotros.
Vivimos entre formas de pensar, de hacer las cosas, que heredamos y no enjuiciamos.

Hasta hoy.

Yo tengo miedo.
Realizar un cambio profundo y de envergadura da miedo. A lo desconocido, a que uno se equivoque en la opción a seguir. Y más cuando de lo que hablamos es de un cambio en el destino común de un país. Algo que no solo afecta a una generación sino a una sociedad completa.
Pero los cambios son necesarios, a pesar del miedo. Para progresar, para explorar otras formas, para buscar una identidad que se adapte mejor a nosotros en los tiempos que corren.
Yo no osaré atacar la monarquía que ha regido el país de mis padres y de las generaciones colindantes, porque entiendo que si se ha mantenido tanto tiempo es porque ha servido de utilidad al pueblo español.
Quizá por un contexto social, por unos cambios estructurales que en su momento así lo demandaban.

Hasta hoy.

A partir de aquí yo quiero construir mi país, nuestro país.
Quiero poder decidir.
Quiero poner en tela de juicio todo lo que me rodea para poder construirlo de nuevo.
Mantener lo que sirva y retirar lo que ya no tenga utilidad.
Quiero dar mi opinión en los grandes asuntos que afecten a mi país, y me afecten a mí.
Quiero decidir y equivocarme, pero decidir.
Quiero poder votar si quiero otro rey, si quiero la continuidad de la monarquía, o me interesa buscar una alternativa que quizá hoy sea más plausible que esa.
Quiero que los que trabajan para mí, los políticos, me pregunten qué hacer, y asuman el riesgo que conlleva mi respuesta, y sepan gestionarla con eficacia.
Porque en el programa electoral del partido político que cada uno de nosotros votamos en las elecciones generales, en ese programa, que es un contrato tácito y vinculante con los ciudadanos, no se reflejan todos y cada uno de los asuntos que luego nos afectan como sociedad durante cuatro años.
Es por tanto necesario y deseable que cuando esos asuntos llegan, se me pida opinión sobre el camino a seguir.
A mi y a los millones de habitantes de esta tierra llamada España.

Yo confío en el cambio social que ya se está produciendo, confío en que los muchos políticos honestos que hay se suban al carro de las nuevas corrientes trabajando como lo han hecho hasta ahora.
También confío en que los políticos deshonestos cojan miedo y den paso a una clase política más preparada, más comprometida y más igualitaria con los ciudadanos.

Hace unos meses me avergonzaba de mi país, ahora creo en él, y en mi generación.
Y, si somos capaces de alcanzar un cambio profundo basado en las ideas regeneradoras, en la paz y en una mejor educación, dejaremos de ser la generación de los mindundis y lograremos el objetivo común para el cual estábamos destinados.
Y abriremos el camino a las generaciones que nos siguen, para que vean otras alternativas, para que valoren nuestros aciertos y nuestros errores, e inventen los suyos propios.

martes, 4 de marzo de 2014

Las veces que me casé

Reviso millones de canciones. Intento elegir una en especial, que tenga magia.
En un mes mi primita pequeña se casa. Y yo no alcanzo a ver más que aquella niña medio tímida que yo sentía proteger del mundo, como si alguien en la faz de la tierra tuviera ese poder.
Cuando la vi por primera vez vestida de novia, lloré.
Estaba preciosa, aquella niña bonachona que sin darme cuenta había crecido.

Elijo una canción que hable de amor, como el que ella siente. Para regalarla eternidad.
Me es difícil sumergirme en lo que está viviendo ahora. Preparativos, nervios, gente que comienza a rodearla con contagiada alegría "bodil".

Casarse o no casarse.
Mis padres cumplieron anteayer cuarenta años casados.
Casarse o no casarse.
No.
No es mi anhelo.

En cambio siento que me he casado muchas veces.
Cada vez que sus ojos me veían con aquel vestido y no existía nadie más.
Cuando del aire venían flores de colores a mis manos.
Me casé en ese instante en el que él se arrodilló y el mundo entero se rió.
Me he casado en cada canción bailada. En cada momento compartido con amigos que se han alegrado de que existamos como uno.
Me he casado cada vez que una vela ha separado su cara de la mía.
O en cuantas veces he querido detener el tiempo y convertir ese minuto en el único minuto.
Me caso cada vez que me siento libre a su lado. Cuando él es libre.
Me casé hace ya años. Un hilo invisible que se tejió sin decir "Sí quiero".

No. No tengo ese ansia. Y algunas veces me digo: Ay Lole, ¡qué incierto ese camino tuyo! ¿Aguantará a tu lado?

Pero mientras busco la canción para mi primita, por un instante, mi imaginación vuela.
Y lo imagino a él mirándome,
a mi con aquel vestido,
rodeados de nuestros seres queridos, todos, los que están y los que acuden fugaces a ese momento,
y en la oscuridad de cada noche, nosotros, bailando nuestra canción.

De momento es a lo más que llego. :)

Mi Quelu, si lees esto..larga vida a tu amor.

viernes, 14 de febrero de 2014

Efecto match point..¿hacia qué lado de la verja caer?

Marroquíes que intentan llegar a España por Ceuta.
Sirios que lo intentan por Melilla.
Hasta aquí nada fuera de lo normal desde que tengo memoria.

El estremecimiento y la tensión vienen cuando se pasa de pateras en luna llena con treinta inmigrantes
a grupos de doscientos atentando contra unas, no muy tarde en el futuro, irrisorias vallas que no podrán contenerles.

Y aquí estamos nosotros, como aquel que no quiere ver, con nuestro decadente país pero sostenible país, en algún grado al menos aun.
País que nos mantiene en nuestros pequeños vicios, pequeñas comodidades, pequeños egos que nos hacen creernos dueños de este lado del estrecho, de esta tierra en la que aparecimos, y parece que lo hemos olvidado, por mero azar.

Me gustaría poder criticar a la policía y sus utensilios antidisturbios contra una docena de nadadores.
 De hecho, si no tuviera en cuenta la coherencia a la que cada uno de nosotros nos debemos, les llamaría "cabrones" por haber inventado una barrera humana-legal que separó a esa gente del espejismo de una vida mejor.
Se lo llamaría y me quedaría tan ancha, aún a sabiendas de que yo estoy aquí, con mi vida diseñada gracias a que esos policías están ahí, creando esa barrera que yo quiero aborrecer para sentirme más humana.

Este mundo está corrupto.
Sentir que luchamos por los derechos humanos es una calumnia que alimenta nuestra alma hipócrita.

No luchamos a favor de ningún derecho si no los dejamos venir.
No luchamos por ningún derecho si nos importan tanto las formas pero seguimos manteniendo ese fondo cruel y mísero que es tener a todo un continente sumido en la pobreza mientras los continentes y países más potentes buscan la riqueza, el poder, la optimización.
No buscamos luchar por los derechos humanos si no entendemos de una vez que somos ciudadanos del mundo, que somos vasos comunicantes, y que, tarde o temprano, por efecto lógico de la acción-reacción, lo que le ocurra a uno de Namibia, a un somalí, o a uno del Congo, nos atañerá a nosotros con una fuerza desmedida, que pudimos predecir y prevenir, pero que preferimos ignorar.

Y para mi, la solución, una vez más, pasa por algo que sigue dependiendo de las corrientes mentes inmorales de nuestros políticos, y que se llama Educación.
Educación para crear mentes brillantes, que transgredan lo conocido e inventen una sociedad más humana.
Educación para que los niños de hoy en día aprendan que el dinero, el estatus, o las apariencias, no son en lo más mínimo lo importante.
Educación para que surjan personas óptimas que sepan gestionar y aunar el bien de todos con el bien particular.
Educación para hacernos a todas y todos mejores de lo que somos de forma colectiva.
Porque está muy bien eso de encontrarnos a nosotros mismos,
de entender nuestro mundo interior,
pero centrándonos en eso corremos el riesgo de olvidar proyectar para los demás,
corremos el riesgo de olvidar buscar el bienestar también de los demás.
Podemos, simplemente, caer en el error de olvidar a los demás.

Y, si no lo remediamos, todos esos "demás" vendrán tarde o temprano a buscarnos, y a pedirnos cuentas por haber ignorado que tenemos un destino común.
Que ellos y nosotros somos tan solo
caras distintas
de la misma moneda.


viernes, 7 de febrero de 2014

Nuestro bien preciado

He vuelto a la casita junto al mar. 
Me despierto con el sol y con el salitre pegado a la piel cada mañana, y mi perro y yo caminamos hasta un acantilado cercano.
Allí me agarro a la baranda con fuerza y cierro los ojos.
Respiro hondo y pienso en cada persona que existe o ha existido en mi vida y se ha quedado.
En lo que he vivido, bueno y malo. En los años que han pasado.
En mi imagen en el espejo a cada paso.

Tengo suerte, me digo.
De tenerme, bien.
De tenerlos, cerca.
De sentir, querer y ser correspondida en todas las facetas de mi vida.

Por norma me ronda una idea que suelo espantar a manotazos, pero que por momentos la permito existir.
Me voy a morir. 
No sé cuando, 
no sé cómo, 
ni rodeada de quien.
Pero me voy a morir.

Y entonces la vida se vuelve frágil pero tan valiosa a la vez.

Cuando me enfado con alguien querido me digo: Lole, te vas a morir. Y la ira desaparece.
Cuando dejo de hacer algo que quiero, pienso: Sólo tengo una vida.
Y los pies echan a andar.

Cuando la rutina me quita la sonrisa, pienso: este minuto es oro. Y sonrío, sin motivo, a quien no lo merece, o sí. Pero le sonrío. Como acto de conciliación.

Cuando siento nostalgia, pienso que mis seres queridos también se están yendo. Que mis padres se hacen mayores y un día no estarán. Y les abrazo, y hacemos las paces.

Cuando piensas que un día el mundo seguirá girando sin ti, si aprietas lo suficiente los puños, extrañamente resurges de ese pensamiento alada, y todo se vuelve relativo.
Ese que no te quiere o al que no quieres.
Aquel problema que no solucionas.
Esta soledad insidiosa.

Entonces, a pesar incluso de ti, el instinto de supervivencia te impulsa.
Y entonces quieres a todos, sin grietas.
Y abrazas los días con ganas de vida.
Y nada malo logra alcanzarte.
Porque sólo tienes hoy, y eso para ti es un regalo
que estás dispuesta a compartir con el mundo entero.
Hasta que dure.

Piénsalo. Te vas a morir. 
¿Eso que piensas, crees o sientes, y que te sumerge en la tristeza, merece malgastar lo único preciado que tienes, y que no es el dinero?

Tiempo.
Dame tiempo, vida.
Y yo te regalaré vida, tiempo.

sábado, 18 de enero de 2014

Quiérete Paula

Un empujón no es para tanto. Él se sintió impotente y fue lo único que le vino a la cabeza hacer. Yo no debía haberme ido ignorándole, es que soy la leche.

Sí, una vez me pellizcó, pero es que estaba cegado por los celos..pobre, ¡me quiere tanto!

Todas las mañanas le preparaba el desayuno, después me hacía yo el mío. Luego él dejaba el vaso sobre la mesa y yo lo recogía.

Cuando me di cuenta de que ya no lo quería, le dejé. Él comenzó a gritarme "puta", "¿a quien se la has chupado para llegar a ese trabajo?"

Quería que fuera mejor cocinera, porque en cada comida me decía "Esto está muy salado" "Este pescado no es fresco"

Una vez lloré. Me gritó y lloré.

Me quedé embarazada sin desearlo ninguno de los dos. Decidimos abortar, pero ese día fui yo sola. Él no podía soportarlo.

A mi no me importaba que sus amigos vinieran a casa. Sus amigos eran mis amigos. Si alguna vez venían los míos él en cambio no les hacía mucho caso..pero es que tenía que entregar un proyecto en el trabajo justo esa semana.

Yo iba conduciendo. Discutíamos. Entonces giró la llave, me apagó el motor y quedé a merced de la carretera.

Cuando mi madre debía ir al médico era asunto de mis hermanas y mío. Mis hermanos se quedaban al margen. Eso no es cosa de chicos.

Aun no éramos novios cuando llegué a su casa y tenía toda la vasija en la fregadera. Se lo fregué..un chico viviendo solo, trabajando, en fin, es normal que no tuviera tiempo para hacer las cosas de casa. Después de esa se lo hice más veces.

Había días que no tenía ganas de hacer el amor. Pero lo hacía, por él. Ya se sabe que los hombres tienen más necesidad, y sino se lo das lo buscan en la calle.

Cuando estábamos a punto de casarnos, conocí a su madre que me dijo: Hija, menos mal que ahora contigo va a tener la casa ordenada.

Crecí con un padre que pegaba a mi madre. ¡Pero yo no soy como él! Cuando zarandeo a mi mujer es porque me saca de mis casillas.

Siempre las digo a mis amigas: yo tengo mucha suerte, porque mi pareja "me ayuda" con los niños y los quehaceres domésticos..

Ayer vi una imagen en Facebook que me gustó, impactó y me inspiró para escribir hoy. Y también hoy he tenido tiempo de leer el blog que está detrás de esta foto, y aquí te lo dejo:

http://monicarretero.blogspot.com.es/2014/01/mujeres-del-mundo.HTML

Me ha llevado a recopilar las situaciones que has leído al principio, que podría decir que me inventé, pero no.
Las viví, me las contaron o existieron en algún microcosmos cercano.


Si no nos queremos nosotras mismas, nadie lo hará.
Si no nos valoramos como DEBEMOS, nadie lo hará.

No soy tu sirvienta, no soy tu objeto.
No soy la que te entiende si tú no entiendes.
No soy "esa" ni "esta", tengo un nombre.
No soy tu diosa.                                    Ni la culpable de tus miserias.
No soy a la que tienes que tratar mal.
Ni la que "debe" ponerte el plato en la mesa si tú no me lo pones a mí.
Anda Lázaro, camina.

Pero sí soy la que camina a tu lado.
Sí soy la que te quiere.
Y la que te exige que quieras bien.
Soy la que tiene alas. Te querré si me ofreces el viento y no una jaula.
Soy la que te acepta porque ya vienes educado de casa, o la que te rechaza si me vienes con esas.

Soy la madre de mi niña.
La independiente.
La soñadora.
La indomable que entrega su corazón pero no su razón.
La que tiene su espacio y lo defiende con firmeza.
La que habla por ella y no por él.
La que quiere, la que desea, a la que le gusta esto o aquello.
La que encontrará o a la que encontrará un hombre que respete su mundo, valore su corazón y la quiera por ella misma.
Y ese hombre vendrá de una mujer que se quiso, se valoró y enseñó a su hijo el valor de hacer lo mismo para con él-para con su mujer.

No tengo una hija ni tampoco un hijo, pero si algún día existen, serán iguales, porque lo fueron al nacer.
Y ninguna sociedad, ni ninguna política, ni ninguna religión, ni tan siquiera ningún padre ni ninguna madre me harán verlos diferentes.

  (Imagen tomada de http://monicarretero.blogspot.com.es/)        
 

domingo, 12 de enero de 2014

Prejuicioso..¿quien, yo?

Conozco a una xenófoba. A un homófobo. Y a un perro que odia a los gatos.
En ese orden.
Y los quiero a los tres por igual.
Aunque no comparta sus fobias.

Entiendo que la animadversión ante lo diferente es inherente al ser humano. Si piensas diferente a mí, si actúas diferente a mí, si tu foco de placer es diferente al mío, siempre mi primer instinto/instante es una alerta en mi interior, casi salvaje, de supervivencia.
Y si encima interpreto con mi cabecita ese instinto/instante como una negativa verdad verdadera hemos logrado que los prejuicios echen a andar.

Estos prejuicios no dejan de ser otra cosa que creencias. Normalmente transmitidas cultural o generacionalmente. Latentes en la sociedad y peligrosas, porque se contagian sutilmente. En la televisión, en un libro, en una forma de tratar al otro diferente, oyendo hablar a alguien con el que te identificas y que tiene esa misma creencia..y quedan en el inconsciente colectivo.

Por ejemplo.
Instinto/instante: A ese tío le gustan los hombres, es diferente a mí.
Interpretación: Si yo soy buena gente y no me gustan los hombres, este tío es malo.
Prejuicio: Ese tío (y por ende los homosexuales) es un enfermo vicioso.
Consecuencia lógica: "Vais vais, no te me acerques"

Eso es a grandes rasgos lo que nuestra mente realiza en cuestión de milisegundos, tan brevemente que no se realiza a nivel consciente, es decir, no me doy cuenta de ello, es decir, el objeto de mi prejuicio está jodido.

Pero a veces ocurre que sí. 
Que uno de repente se detiene y analiza lo que piensa y por qué lo piensa.
Y entonces se inicia un posible cambio.

Así pues.
Análisis: Pepito es homosexual, pero es mi amigo.
Embrollo: Si Pepito es mi amigo es porque es bueno, entonces ser homosexual igual no es tan malo.
Conclusión: Pepito, ¿qué teorías hay que expliquen la homosexualidad? Cuéntame....Uy, ¡no sabía yo eso!

Y entonces se abre un universo de claridad de ideas.

Tener la piel negra es una cuestión de pigmentación, no cultural ni de personalidad.

Ser hombre y amar a un hombre o ser mujer y amar a una mujer hasta ahora tiene como bases más fidedignas las biológicas. No de vicio, aunque lo haya. No de enfermedad, aunque la haya.
Pero es que entre los heteros hay vicio (ejem, ejem..jejej), hay enfermedad, y salimos de bases biológicas también.

Todos nosotros tenemos el don de cuestionar lo que creemos, de desmontarlo y de buscar una explicación más plausible.
El problema está en que lo que creemos, sea acertado o equivocado, nos construye, nos define y nos orienta en lo que somos. 
Y muchos de nosotros no queremos correr el riesgo a perdernos por el "mero" hecho de cambiar este mundo, de hacerle más entendible, más solidario y mejor.

Así que seguiré pensando que el homosexual es un enfermo, el negro un ser inferior y el gato un pesao que me roba la pelotita.