domingo, 30 de septiembre de 2012

Pasado.Presente.Futuro

¿Cual te pesa más?

Cuando pesa más el futuro, uno hace planes, pone en marcha todo lo que hace falta para lograrlos y los ejecuta. Vive en una búsqueda constante. Retos por aquí y por allá. Siempre persiguiendo cosas, algunas de las cuales quizá, sean espejismos. Pero uno lucha y lucha, porque mañana.. mañana llegará eso que busco.

En cambio, cuando lo que pesa más es el presente, uno tiene una mano delante y otra detrás. No tiene más aspiración que hacer de ese instante algo inigualable. Y así se va haciendo de un saco de esos momentos. Hasta que se da cuenta de que no tiene más que eso y su vida pasó, o hasta que se da cuenta de que no necesita más que lo vivido entonces.

Pero cuando uno sufre el peso del pasado, los planes duran poco, las alegrías se esfuman, y los cruces del camino se vuelven difíciles. Cuando uno vive del pasado, abandona cosas porque fueron dolorosas, aparta gente porque le hizo daño, y emigra de tierras huyendo de algo o alguien. Y no le importa el presente, y mucho menos el futuro, tan lejano.
Cuando uno recuerda su pasado, tiene dos caminos, recordar y conseguir así no repetir errores, que es lo bueno que tiene, o no olvidar y no poder así seguir adelante, que es lo malo.

viernes, 14 de septiembre de 2012

"Cucurucu"

Un año Paula. Ya soplaste tu primera vela. Y tu mami me ofreció el enorme privilegio de sostenerte mientras lo hacías.
Hicimos una fiesta con tus dos familias en la que te volviste loca. Regalos. Gente. Colores. Ruido. Risas. Y todos queriéndote.

Hace un año apenas me mirabas, eras un trocito de vida nada más. Y ahora por contra, te aferras a mí cuando tienes miedo. Te alborotas si te hago uno de nuestros bailes ensayado. Balbuceas "Yael" cuando te pregunto "¿Donde está el perrin?", ya le quieres como yo.
Tienes apenas media docena de dientes venidos a este mundo para mutilarme la nariz. También entiendes cuando te digo "Un abrazo a tía", porque extiendes los bracitos como si quisieras abarcarme a mí y al mundo. Y yo quiero creer que es ella la que te llama cuando te agarras a la cadena de Tata con esa ansia.

Eres mi niña bella. Y para Tata eras "cucurucu", su ilusión.
Déjame que te hable de ella, para que un día en el futuro parezca que realmente recordabas cómo era.

Dormía con un cojín que tenía tu cara impresa, y tal vez llegó a olvidar muchas otras cosas, pero si se me pasaba ponerla ese cojín me lo hacía saber. Y te comenzaba a llamar también "perejila" como a mí.
Cuando naciste se subió a mi coche, y firmemente me dijo que la llevara a verte. Eso fue para ella un enorme esfuerzo porque volvió muy cansada.

Te cargaba con toda su energía. Y si tú estabas en casa, ese día no comía porque se quedaba absorta mirándote. Encima el resto de días se dedicaba a preguntar una y otra vez "¿Y la niña? ¿Y la niña?"

Y el último día que te vi con ella, estaba sufriendo mucho, se apagaba, pero en esas dos horas escasas que te contempló, su cara lucía y relucía. Es una de las sonrisas de tu "bisa" que llevo grabada en el recuerdo.

Y lo más importante que has de saber mi niña, es que en sus últimos tiempos fue feliz, se aferró a la vida, luchó por quedarse..y tú tuviste mucho que ver. Y el día de tu cumpleaños, aquella sonrisa suya desde algún sitio brotó y volvió a iluminarlo todo.

Feliz cumple-año mi cosa. Te quiero inmenso.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Los que todo lo pueden

     Hace ya un par de años que conocí la Biblioteca Central de Cantabria. La del bueno de Ibrahima, ¿te acuerdas?
     Desde entonces he venido tardes, mañanas, cuando me cuadraba me venía. A estudiar sí, a estar sin más también. Porque las bibliotecas, librerías..han sido para mí lugar de disfrute desde que era adolescente. Por su olor, por su esencia, por la gente que congregan.
     Y esta en concreto me gusta. Es inmensa, da respeto por fuera, más bien pareciera una cárcel cuando la divisas. Pero por dentro la cosa cambia, me impresiona, con sus plantas espaciosas, su techo allá en lo alto tan lejano que se te olvida que está, y con sus múltiples estanterías. Pasillos y pasillos con libros a uno y otro lado, en los que me he recreado en todo este tiempo.
     Desde aquí escribí algunas de las entradas de este blog. Aquí es donde cojo las películas que pongo a los abuelucos con los que trabajo. Desde aquí he vivido acontecimientos importantes en mi vida y la de otros. Y es aquí donde no me había vuelto a sentar para escribir desde que mi abuela se fue, hasta hoy.

     Me habían llegado rumores de que los recortes querían alcanzarla y de que rulaba un documento-protesta contra la amenaza de reducción de personal y  horas de apertura.
     Ahora esa amenaza es ya un hecho. Incluso a pesar de la multitudinaria implicación que tuvo el documento-protesta. Y es que cuando uno es político no amenaza, actúa.
     Los Sábados por la tarde y los Domingos estará chapada, ni películas de última hora, ni abuelos que lean el periódico, ni padres que traigan a sus hijos al aula infantil, ni exposiciones de nadie, ni libros que abrir. Y es que cuando uno es político está demasiado ocupado para venir a la biblioteca.
     La conexión a internet antes consistía en dos WIFIS, de las que una se petaba cuando esto estaba a reventar, osea en época de exámenes universitarios. Ahora ya solo queda una, y cuesta conectarse a ella la paciencia del santo job en un viernes tarde como este que apenas hay gente.
     Cuando se saca un libro, CD, película o lo que sea para llevartelo a casa, siempre se presenta el carnet en la salida. Te sellan y ya. Y de eso se encarga un chico alto, negro, educado y que siempre me preguntaba cómo estaba y esperaba a que le respondiera, la retórica no va con él.
Una tarde vine de urgencia a devolver una película que había sacado para el trabajo y me había pasado del plazo de devolución, y además necesitaba sacar otra para lo mismo. Por las normas estaba penalizada. El ordenador se bloqueaba para mí si intentaba algún préstamo. Tantos días pasados, tantos días que no podía sacar nada. Entonces le dije a ese chico que la necesitaba para los abuelucos con los que trabajaba. Y me dijo "Por los abuelucos lo que sea" . Sacó un código del escondite, lo introdujo, y pude llevarme la película.
     Él es uno de los recortes. Trece en total son los recortados.
     Y es que cuando uno es político, lo puede todo, y recorta de donde quiere que para eso es el que tiene la tijera.
     Sabiendo que lo que quita no es lo que él necesita, porque sino no lo quitaría ¿a qué no?