jueves, 25 de abril de 2013

¿Ya se han ido los Españoles?

Quien iba a decirme a mí que una foto, inicialmente inofensiva, iba a provocarme tantas sensaciones, hasta el punto de formar mi botella al mar.
Y los "dueños" de la foto pensarán: Jo Lole, ¡cómo te pasas!

Que Merkel diga Ji, y Rajoy haga Ji lo pasamos.
Que Rajoy haga Ji, y nuestro culo se resienta, también lo pasamos. Es verdad que con algún que otro pequeño grito de discordancia, pero apenas audible para los oídos "tapios" del buen señor.

Que Bárcenas S.A se haya hecho famoso a la par de millonario a nuestra costa, pues también lo pasamos. Ya la justicia se hará cargo, pensamos, ¿no?
Dentro de un tiempo saldrá otro Barcenas II, porque el fallo no está arriba, el fallo está en la base, en ese sistema que huele mal, y que hasta que no se cambie, seguirá engendrando Barcenitas por doquier.

Que la gente se tire por la ventana de la que ya no va a ser su casa, ¡su casa!, la mayoría lo pasamos también. Es la minoría la que resiste en esto. Y es así, tristemente, porque hasta ahora y de momento, no nos ha tocado a nosotros.

Que la Monarquía se medio ría de la población, lo pasamos de nuevo. El Rey hasta en gracia nos cae.

Que nuestras libertades individuales estén dictadas por esta banda de potenciales corruptos y corruptos de hecho, y lo que es peor, porque si fueran corruptos pero al menos me consiguieran trabajo pues bueno, por esta banda de ineptos que oprimen a los de siempre, porque su cabeza no da para inventar un giro de tuerca que haga posible un mejor futuro para todos.

(Encontrad una manera de aflojarnos la correa, mimarnos, y lograr que consumamos. ¡Porque estamos en una sociedad consumista, y consumir es manera de salir a flote!
Si nos ahogáis, medio país no salimos a comprar, y el otro medio no vende. Con lo cual, ¡Oh, sorpresa! Las empresas cierran. Las españolas, porque los chinos crecen, esos han llegado en el "mejor" momento. Lo cual me lleva a "El arte de la guerra", pero esa será otra botella, si me sale.)

Todo lo anterior y más lo pasamos. Y seguimos viviendo. Es difícil decir esto de mi misma, de los de mi casta, pero seguimos viviendo porque a pesar de todo, seguimos teniendo esas comodidades que este sistema capitalista nos proporciona. Esas cositas que mantienen nuestros sentidos anestesiados.

¿Que hacen de su capa un sayo?
¡Cabrones pongo en el Facebook!
Pero salgo de la red social y me olvido, me voy que a las cinco he quedao pa una cervecita.

¿Que coartan nuestras libertades? Bueno, pero acaban de terminar un parquecito monísimo donde llevar a los niños, o salir a correr con mis playeras nuevas. ¡Guapo, mira qué mona voy!

¿Que roban?
¡Qué sinvergüenzas!
Pero por qué me da que no despunto mucho si digo que yo en su lugar...ay amigo, que yo en su lugar..

En algún paso del camino perdimos el orgullo camaradas. Como personas, como sociedad, como país. Lo perdimos. O más bien, lo canjeamos por otros "bienes preciados", que mientras existan y no nos los toquen, no moveremos un dedo contra este sistema que nos corrompe y nos lleva a ser lo que él quiere.

Porque decir sí. Los españoles, y demostrado queda, si es hablar se nos da de perlas.
Pero hacer.. Hacer es para sociedades más evolucionadas, con más valores no-perdidos, más solidarias, y desde luego, más educadas (independientemente de qué político chupe del frasco).

Entonemos el mea culpa, y cambiémonos a nosotros, a estos, y esto.


P.D: el 01 de Mayo hay manifestación. ¿Qué tal si empezamos a desarrollar el orgullo, mis queridos compañeros?

miércoles, 24 de abril de 2013

Revoltijo de confesiones y pecados capitales

La envidia.

Cuando yo tenía 16 años más o menos, tenía envidia de mi mejor amiga.
Era lista. Yo también lo era.
Era maja. Yo también lo era.
Era segura de si misma. ¡Ajá! Ahí era donde yo fallaba.
Poco tiempo después entendí que la edad del pavo es harto complicada. Y más aún buscarse a una misma en el abismo interior de una adolescente.
Con el tiempo la seguridad que iba y volvía, regresó para no marcharse más. Y me fui convirtiendo en lo que hoy soy.
Con el tiempo también, logré encontrarme en ese abismo interior, ahora ya de una adulta.

La gula.

Al empezar la universidad, estaba gordita. No gordiiiiiiita. Pero sí gordita.
Recuerdo no aguantar más de dos horas (y estoy siendo optimista) sin picar algo. Me freía sartenes de patatas fritas a media tarde.
Muy alejado de la dieta que seguí en el camino de Santiago, andar-andar-andar-y poco comer. Extrañamente después, me cambió el metabolismo, y a día de hoy, mira que no me privo, pero lo de la gordura no me afecta.

La lujuria.

Fue un inicio de verano. Se convirtió en una obsesión. Le tenía en el pensamiento todo el día.
Me encantaba que la gente hablara de él. Le miraba en fotos y no me cansaba, no me cansaba, no me cansaba.
Al empezar el curso forré la carpeta del insti con sus fotos. Y poco tardó la gente en señalar sus dientes, su cabeza redonda..en burlarse vilmente.
Está claro que los adolescentes han venido al mundo para eso.
Él se llamaba Ronaldo Luis Nazario de Lima. El mundo y yo le conocíamos como Ronaldo a secas.

Después llegó Messi. Pero esa ya es otra historia.

La codicia.

Yo tenía unos abuelucos en un pueblo. Ya no les tengo. Eran los padres de mi padre. Y mi abuela, cada vez que ibamos a visitarles, al despedirnos bajaba conmigo hasta el coche, y de estrangis, me pasaba dinero a repartir con mis hermanos. Ella siempre supo que yo era la más sensata de los tres.
Actualmente esos mismos hermanos son los que me pagan la factura del móvil, y la de...
Justo trato por haber sido su contable durante años de infancia. ;)

La soberbia.

Esto sinceramente lo he tenido que buscar en el diccionario.
Y vistas todas las acepciones, pues no. De esta me salvo hasta más ver.

La ira.

De pequeña era bastante combativa. Niñas, niños, pequeños, mayores. No era nada racista para liarme a tortas.
Pero recuerdo una vez ya de adolescente, que estuve muy cerca del mamporreo con una rubiaca, que a mi juicio era peliteñida (no tengo nada en contra de ellas, ¡ojo!).
Bueno, pues la chiquita le llamó hijo-de-puta a mi hermano porque a su juicio se había portado como tal con su prima.
En principio, yo no me metería. Además "la prima" era mi amiga. Y mi hermano un jovenzuelo que, siendo fiel a los de su gremio, no es que tuviera muchos recursos emocionales en el trato al sector opuesto.
Pero ese "de" en la frase fue su condena.
Salí de la discoteca y dije: "Paradme que la mato"
¡Que no! Salí, la arranqué algún pelo moreno que aun tenía, y me volví pa dentro, más a gusto que un arbusto.
Bueno, esta última versión tampoco es la verdadera. Pero es que la pacífica y dialogante no vende.

La pereza.

Bueeeno. De esta he tenido para dar y repartir. Más en los años pasados que ahora, he de decir sin duda.
Pero de mi caminar, me ha quedado algo muy arraigado, y que yo asocio a la pereza.
¿Has oido hablar del término "procrastinación"? Más o menos tiene que ver con "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", pero todo lo contrario.
Cuando yo lei ese concepto, ¡mamma mía! me definía a mí. Lo mío era: para mañana, para mañana no, para mañana tampoco, tendiendo a infinito.
Y al saber que alguien se había molestado en crear tal definición, dejé de sentirme una marciana, y comenzó la curación.

Con todo esto, a parte de haber ejercitado
 la memoria, solo me queda clara una cosa:
                                  ¡Que soy bastante pecadora! :)

martes, 16 de abril de 2013

Ética. Moral. Medicina. Política. Religión. Yo. Los demás.

Hace no mucho participé en un curso titulado "La mujer en el ordenamiento jurídico". Consistió en un paseo por aquellas leyes que la involucraban. Y ¡cómo no! Una de las principales, y que me leí de cabo a rabo, fue la tan famosa Ley del Aborto.

Hoy Alberto, mi Albertico Gallardón, sale en los medios para anunciar que esos preceptos serán modificados, hasta el punto de volver a la ley de Supuestos que hubo anteriormente a la actual.

Obviamente, diferentes asociaciones de mujeres, principalmente progresistas, han salido alzando su voz discrepante, junto con grupos políticos. Estos últimos afirmando que la vigente ley fue un consenso de la inmensa mayoría de la cámara, allá por la época en la que la iglesia hablaba pero solo era escuchada en sus templos.
Hoy, de nuevo fortalecida me imagino que por el actual gobierno, pide una reforma legislativa de aquel acuerdo.

A grandes rasgos, y por si no estás al tanto de cómo funciona, la ley actual da mayor potestad a la mujer para decidir, manteniéndose obviamente unos plazos médicos y morales máximos para actuar. No es necesario que se cumplan los viejos supuestos, por tanto, los factores sociales, económicos, psicológicos o familiares tienen cabida aquí.
Hay un plazo de tres días, llamados de reflexión, desde que a la mujer se la entrega una material informativo sobre el aborto, sus efectos, prestaciones por ser madre... es decir, información que la haga reflexionar en la teoría sobre la decisión a tomar, hasta que presenta a su médico su solicitud y deseo expreso de someterse a la interrupción del embarazo.

Y, dentro del sistema de bienestar al que veníamos estando acostumbrados, abortar pasa a ser una intervención asumida por el sistema nacional de salud, el cual garantiza, por ley, un soporte médico y económico que respalda a la mujer. Osease, no ha de pagar los alrededor de 500€ que cuesta actualmente practicarse un aborto por medios privados. Y se ahorra, si es que no puede pagarlo, ponerse en manos de cuasiprofesionales que se lo hagan más barato, con las consabidas consecuencias, a las que de seguro la iglesia y Gallardón harán oidos sordos. Porque su cuerpo les interesa, o "les pertenece" si tiene un óvulo fecundado dentro, sino deja de interesarles, ella y su destino, y a merced de quien quede.

Ni mi Albertico, ni la iglesia, se han percatado aún de dos cosas:
1. Si una mujer está decidida a abortar, seguramente lo hará, con su consentimiento y ayuda, o sin ella.
2. La tasa de abortos no ha aumentado a pesar de tener mayor accesibilidad a su práctica. Lo que neutraliza la creencia de que la mujer se va a lanzar a un sin sentido de efectos secundarios por el mero placer de tenerlo gratis.

¿Mi cuerpo es mío o suyo?
¿Mis problemas son míos o suyos?
¿En qué consiste la libertad individual entre tanta libertad colectiva?

El debate médico, el moral y el social dan cada uno de ellos para hablar y hartarse.

Pero una cosa está clara, donde se suprime un derecho no se elimina la necesidad de él.