martes, 25 de noviembre de 2014

Te prohibo ser perfecta

Que no, que no te dejo ser perfecta. Te pongas como te pongas.
A partir de ahora te vas a equivocar una, dos veces al día, tres si tienes tiempo.
Vas a ponerte gorda, o a quedarte baja, o a tener los pelos desaliñados.
Dirás cosas sin sentido porque sí, sin juzgarte.

Joder con intentar ser perfecta.
Se acabó ya.
Que no, niña buena.
Ahora serás niña mala, y aprenderás a vivir con ello.
Buscarás que la gente se ría de ti con tus ocurrencias, no te dejes ni a uno.
Y que nadie esté de acuerdo contigo por tus ideales.

Que no se te ocurra desobedecerme.
Que te señalen.
Que te detesten.
Que te ignoren.
Da igual.
Pero no se te ocurra ser perfecta.

Se fiel a tu naturaleza, y comete errores.
Deja atrás a los que quieras si ya no les quieres.
No cumplas ninguna expectativa.
No impresiones.
No aguardes por lástima.

No me seas servil.
Ni condescendiente.
Da tú el último grito.

Se imperfecta.
Maravillosamente imperfecta.
Te lo ordeno.

Y si siendo así,
tan diferente a lo que todo el mundo sueña ser y nunca será,
logras quererte a ti misma,

entonces habrás logrado ser
alas de pájaro,
salitre del mar,
todos los bichitos del campo al unísono.

Entonces serás mariposas y mariquitas voladas,
el polvo mágico que impregna mi corazón.
Lo serás todo y más si quieres.

Y, un día como hoy, 25 de Noviembre, serás tu imperfecta favorita.

martes, 11 de noviembre de 2014

Tres pequeñas aladas

P.

Cuando pierdes la fe en ti.
Cuando eres soledad entre quien te quiere
y el miedo te puede.
Cuando el silencio es la norma
y el "por qué" invade el paisaje con la misma fuerza que el amor se escondió.

Cuando crees que no sobrevolarás las luces
Ni serás más que lo que fuiste.
Cuando el pasado ya no se cruza contigo en noches divertidas
Ni los que estaban vienen a bailar.
Tú, amigo mío, que no mueves tu cuerpo al ritmo de tu corazón
Alegra tú te.

Cuando lo que no hiciste te persigue ya inalcanzable
Y lo que sí comienza a restar.

Cuando dudas del camino.
y del caminar
y del caminante.

Y la distancia duele
Pero duele aun más porque tu persona no está
ni lejos.

Cuando la realidad te engulle
y te sientes chiquitito.
Y no encuentras salida posible.

Cuando eso pasa
Toca fondo.

Ahora subir es la única opción.
Así que respira.

Lo que pienses, sentirás.

Así que grita: soy extraordinario.
Y vuelve a la carga.

Tú, mundo de posibilidades.
Estrújate.
Resuena.
Dinamítate.
Improvisa mil "cómo" ser feliz.
Y viaja al pasado.
Baila con ella y con él. Con los que se fueron.
Y agita tu fortaleza, amigo, como siempre hiciste.
Tú.

Inventa mil mentiras que serán tus verdades más poderosas.

Y recuerda sonreír.
Y olvida riendo.
Porque lo malo se irá.
Si lo dejas ir.

Verás..


Yo también tengo miedo.
De no hacer de mi vida lo que soñé.
De no quererte lo que siento.
De no sentir lo que quiero.
Tengo miedo de la forma que me mira.
Por si un día me desprendo y me pierdo.

Tengo miedo a que te vayas.
Por si no disfruté lo suficiente...te.

Tengo miedo del día por si se va.
De la noche y mis fantasmas.

Yo también tengo miedo.
Tengo miedo de mi misma.
Sobre todo de mi misma.




Érase una vez una niña que calló.
Y se cayó.

Un día imaginó la eternidad.
La grandiosidad.
Lo bello y perfecto.
Cada día lo regaba.
Y salían flores.
Y salían palabras, y bellos versos.

E inventó un nosotros.
Te quiero.
Aunque mentira.
Y me quieres.
Aunque no a mí.

El tiempo a tope.
Que se esfumó.

Al principio
Más no al final
No hubo brebajes, ni pócimas mágicas.

Se consumió en el silencio.
Cambió en el silencio.
Se fue en silencio.

Y él no miró atrás nunca más.
Ya la había conocido.
Lo supo siempre.
La quiso por siempre.
Más nunca la buscó.

Y a pesar de todo
Del uno sin la otra
De la otra sin ella misma
Vivieron felices y comieron perdices.
 

Últimamente así es

Últimamente prefiero la noche.
Sentarme a escuchar grillos nocturnos, el aullido de lobos lejanos
o a cualquier criatura huidiza como yo.
Me he vuelto pragmática.
He tachado la palabra corazón del diccionario, y tomo sólo infusiones con poco alcohol.
He sentido que la vida pasa pronto,
que el amor cambia y, a veces, hasta muere antes que nosotros.
Así que me cuestiono un poco menos
y me equivoco un poco más, a ver si de por esas la vida me sigue empapando.

Me he enfundado playeras, y he dejado el tacón para el día.

Me siento frente a la luna, a la montaña y a mis demonios.
Mis quinientas noches de Sabina.
Me doy cuenta de que los cambios asustan, en el fondo los tememos, como a lo desconocido,
esa última amarra a soltar,
a sabiendas de que quizá es lo que nos arreglaría el camino,
salir de esta senda y entrar en otra, más desconocida pero con más esperanza.
Últimamente no regalo besos,
pero quiero abrazar mucho.
No cuestiono al otro pero busco mi soledad más que nunca.
Me cuesta tolerar la indiferencia.
Tengo que pararme a respirar profundo cuando los golpes llegan,
para recuperar el sentido de lo que soy, de quien soy.

Últimamente me siento en las escaleras,
y contemplo el silencio de la noche,
 la calma que habita en la oscuridad, entre ruidos indescifrables.
Será porque busco fuera lo que no hay dentro,
será porque el día da demasiado protagonismo,
 marca el tempo a seguir y te hace correr,
correr aunque no quieras, aunque quieras detenerte y tomarte tiempo.
Hay épocas de caída,
pero no importa caer, sino darte la oportunidad de volver a levantarte,
y ser más fuerte,
y volver a ser, más.
Pero ese momento solo cada uno en nuestra vida
decidimos cuando es.
Cuando pasa el dolor,
o las dudas,
o la felicidad que se fue.

Últimamente me escondo del día cuando llega la noche.