viernes, 27 de septiembre de 2013

Mi alma

Esta botella habla de amor.
Y mi deseo es que un día la encuentres y la destapes.
Tú, Paula.

Eres lo más especial que tengo. El tiempo corre veloz. Y quiero asegurarme, por si mañana no estoy, de que llega a ti la historia que viví.
¿Para qué? Eso lo descubrirás por ti misma. Como muchas otras cosas de esta vida a las que tendrás que encontrar respuesta tú sola. Pero esa es la magia de vivir mi niña, no lo olvides, y no decaigas.

Quiero que sepas que yo conocí esa clase de sentimientos que todos buscamos.
Que realmente existen, así que búscalos, de norte a sur, no importa el tiempo que te lleve encontrarlos, no te conformes con menos.
Para mí, hasta hoy me han bastado para sentirme plena.

La primera vez que lo vi no hubo música, ni flechas de Cupido. Solo un Hola seco, que no anunciaba el hechizo.
Poco a poco nos fuimos conociendo, dos almas afines con vidas paralelas.
Ninguno imaginó que esa amistad tan natural podría llevarnos poco a poco a descubrir un tipo de sentimiento inimaginable, que barre a su alrededor, que sacude sin medida, que te anula la razón, que te tiene a su merced.
No tengas miedo a perder el control, mi peque. Si algo he aprendido es que el amor logra que el corazón y la razón se enfaden. Y no importa si el resultado es bueno o malo, porque el camino habrá valido la pena.
¿Te acuerdas cuando de pequeña papá te subía a las atracciones? Pasabas miedo, y querías que terminara para estar a salvo, pero una vez terminaba te sentías pletórica y entonces solo deseabas repetir y repetir. Pues el amor es eso. Incertidumbre, miedo, dudas, expectativas, y finalmente felicidad, millones y millones de instantes de felicidad.

Una vez me dijo: Escribe nuestra historia, antes de que la olvidemos. Que quede en el mundo, que se conozca.
No le hice caso. Ahora hay tardes que nos ponemos a recordar y, entre los dos, atrapamos apenas un puñado de recuerdos.
Pero es importante recordar. Si amas a alguien pasarás por épocas malas, nadie se libra Paula. Y es importante recordar lo que una vez os unió, lo que habéis llegado a sentir y que, a veces latente, permanece ahí.
Al final seréis dos personas, con virtudes y defectos, que habréis de aprender a convivir, a respetaros, y a limar aquello que pueda hacer daño al otro. Amar es generosidad, no es un "Yo soy así y ya". Se reflexiva, mi peque. Sin perder tu libertad, busca la forma en la que no sea incompatible con esa persona que te da tanto.

Hace un año conocí su país. Encontré sus raíces y la explicación para muchas incógnitas.
Mi última noche en La Habana, allí, en el Malecón, en aquel baile, sentí que todo encajaba. Que había llegado a mi estación final.
De pronto sientes que todo cobra sentido. Que las certezas e incertidumbres hacen las paces.
El amor es imperfecto mi niña. Se sufre. Y se hace sufrir. Pero se perdona. El perdón es tan fácil cuando uno ama que asusta.
No te arrepientas de perdonar. Y no te acomodes si el otro te perdona, siempre intenta ser mejor, te lo debes.
Una no se libra de cometer errores por el mero hecho de querer, y tampoco de padecer los del otro.
Sin embargo, superarlos es sublime. Te eleva. Te hace ser más tú.

Escribo pensando cuándo tendrás edad para leer esto. Y qué habrá sido de él y de mí para entonces.
Pero no importa. Nuestro amor es ya del aire. Es eterno, da igual el minuto final.

Y permanece.

En el campo de futbol donde lo conocí.
En atardeceres. En cuartos de hotel.
Sobre sus hombros al cargarme.
Al otro lado del charco. En el salón de un piso cualquiera.
En una canción, y otra, y otra...infinitas.
En la primera foto.
En un "Yo he nacido para amarte".
Al sentirnos las viejas heridas.
En el pasillo en el que supe que le querría toda mi vida.
En los ojos de mi abuela cuando se lo conté..Tu bisa.

Espero que esta botella te sirva, Paula. Y no olvides nunca que te adoro.
Se valiente, y se feliz.
Ambas cosas van de la mano.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Capitaneando

¿Te conté alguna vez que soy capitana de barcos? De los que surcan los mares en busca de aventuras ;) De los que te muestran la naturaleza, tal cual, maravillosa.

Hoy salí a navegar por la bahía, sin una gota de aire en proa ni una nube en el horizonte.
En Puertochico alcanzo a ver a un señor leyendo la prensa, mientras su nieto señala cada barca que oscila en el agua.

Me rio al enfilar El Puntal, hace poco encallé en el arenal de Pedreña. Llevaba a una cuadrilla de gente que toleró muy bien que el barco quedara tumbado por babor durante horas. Hasta que ya de madrugada, cuando la marea subió, pudimos regresar a puerto.

Me dirijo hacia Isla de Mouro. Tiene un faro en el centro. Dice mi padre que no se puede arribar a ella, así que resulta doblemente atractivo poder pisarla. Pero no me arriesgo a tanto. Me sitúo por sotavento y contemplo las playas de Loredo, Somo y el Puntal. Dejo que el barco derive a sus anchas con la corriente.
 
Veo el brillo del agua al reflejarse el sol, oigo a las gaviotas merodear y observo cómo las olas empapan toda la quilla del barco... momentos de magia.

Un buque está entrando a puerto, lo informa con sus impresionantes pitadas, y el resto de minúsculos habitantes de los mares han de apartarse. De normal, se oyen desde Peña Cabarga. De hecho, hay mañanas que son esas mismas pitadas las que me despiertan.

Contemplo este tierruca. Es bella. No sé si la habrá mejor, pero para mí no la hay igual. Allí en el Palacio de la Magdalena se casó mi hermano, y luego vino Paula.
Allá en Somo pasé los veranos de mi adolescencia, haciendo locuras, disfrutando de baños nocturnos, gritando a la vida por ser injusta cuando la da la gana.
A Loredo iba de niña, allí me salvó Lito una vez de morir ahogada, decía "Sálvate tú" mientras me empujaba hacia la orilla quedándose él atrás. Allí Tata se remangaba y rescataba de las rocas aquellos seres que las habitaban. Allí nos llevaban mis tíos y mis padres a mis hermanos y primos y nos impulsaban hacia arriba dentro del agua para sentir que volábamos.

Esta tierra está llena de recuerdos. Pero en esta mañana uno me cruza la mente. Ahí, en el embarcadero de Santander, una chica vestida de rosa espera que llegue la lancha de El Puntal, la última de la tarde, cuando ya el sol cae. Y de ella desciende un chico que se acerca a ella.





Regreso a puerto.
Regreso a casa.


Feliz domingo navegantes.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Lecciones

Hay cosas que aprender por doquier. Yo. Tú. Ellos. Todos. Para ser mejores.
Para llevarte mejor con tus amigos.
Para entender a nuestros padres.
Para defender mi vida.
Para dejar atrás el pasado.
Para buscar lo que nos haga feliz.
Para lamerte las heridas.
Para soportar la vida sin los seres amados.
Para tolerar y superar la frustración y el rencor.

Pero cada uno a su ritmo y forma.

Hace tiempo hubo un lumbreras que quiso inyectar democracia a un país que no la conocía, y fracasó. Porque existen pensamientos, formas de vivir, actitudes, que únicamente se adquieren por evolución natural. Es decir, cuando uno mismo es el que cree que ha de aprender, cuando uno mismo tiene los recursos para hacerlo, cuando uno mismo siente la necesidad de cambio.
De nada me sirve decirte que luches, de nada me sirve decirte que yo ya pasé por eso, de nada me sirve decirte que olvides. Eres tú. Nadie más. Tú, quien debe andar, quien debe sacar su propia lección. Porque no todos aprendemos lo mismo, ni de la misma manera.

Ojalá con las palabras alcanzáramos siempre algo más que el corazón. Ojalá con ellas cambiásemos los puntos de vista, los dolores, las situaciones que desde fuera se ven "tan fácil", pero que no lo son.
Son nudos difíciles que únicamente la persona que los tiene puede desatar.
Solo queda escuchar. Ahí existe sanación también para el que habla.

Dicen los niños que los mayores complicamos las cosas.
Complicamos lo que sentimos, complicamos la forma de expresarlo, complicamos los por qué, los cómos y los cuándos, y terminamos perdiendo.
Sentir es fácil, lo que no es tan fácil es saber lo que sentimos.
Actuar es fácil, saber por qué lo hacemos es lo que tiene su intríngulis.
Querer es fácil, hacerlo siempre bien ya no tanto.

Uno intenta hacer las cosas lo mejor que puede y, aun así, a veces, no es suficiente para el que tenemos en frente. Porque quizá él o ella ya sabe algo de la vida que nosotros aun ignoramos, o al revés, quizá le queda por alcanzar a él esa lección que tú ya aprendiste y que da sentido a ese momento, a ese por qué, o a ese cómo.

El mundo está lleno de lecciones. Y es afortunado aquel que es sensible a ellas. Porque ese será el que evolucione. Da igual el ritmo, da igual la forma, pero avanzando.


 
Y si yo llevo mis zapatos, y tú llevas los tuyos...entonces en algún momento deberíamos intercambiarlos y sentir cómo camina el otro... porque quizá solo así entendamos lo que hasta ese momento ignorábamos.