miércoles, 24 de abril de 2013

Revoltijo de confesiones y pecados capitales

La envidia.

Cuando yo tenía 16 años más o menos, tenía envidia de mi mejor amiga.
Era lista. Yo también lo era.
Era maja. Yo también lo era.
Era segura de si misma. ¡Ajá! Ahí era donde yo fallaba.
Poco tiempo después entendí que la edad del pavo es harto complicada. Y más aún buscarse a una misma en el abismo interior de una adolescente.
Con el tiempo la seguridad que iba y volvía, regresó para no marcharse más. Y me fui convirtiendo en lo que hoy soy.
Con el tiempo también, logré encontrarme en ese abismo interior, ahora ya de una adulta.

La gula.

Al empezar la universidad, estaba gordita. No gordiiiiiiita. Pero sí gordita.
Recuerdo no aguantar más de dos horas (y estoy siendo optimista) sin picar algo. Me freía sartenes de patatas fritas a media tarde.
Muy alejado de la dieta que seguí en el camino de Santiago, andar-andar-andar-y poco comer. Extrañamente después, me cambió el metabolismo, y a día de hoy, mira que no me privo, pero lo de la gordura no me afecta.

La lujuria.

Fue un inicio de verano. Se convirtió en una obsesión. Le tenía en el pensamiento todo el día.
Me encantaba que la gente hablara de él. Le miraba en fotos y no me cansaba, no me cansaba, no me cansaba.
Al empezar el curso forré la carpeta del insti con sus fotos. Y poco tardó la gente en señalar sus dientes, su cabeza redonda..en burlarse vilmente.
Está claro que los adolescentes han venido al mundo para eso.
Él se llamaba Ronaldo Luis Nazario de Lima. El mundo y yo le conocíamos como Ronaldo a secas.

Después llegó Messi. Pero esa ya es otra historia.

La codicia.

Yo tenía unos abuelucos en un pueblo. Ya no les tengo. Eran los padres de mi padre. Y mi abuela, cada vez que ibamos a visitarles, al despedirnos bajaba conmigo hasta el coche, y de estrangis, me pasaba dinero a repartir con mis hermanos. Ella siempre supo que yo era la más sensata de los tres.
Actualmente esos mismos hermanos son los que me pagan la factura del móvil, y la de...
Justo trato por haber sido su contable durante años de infancia. ;)

La soberbia.

Esto sinceramente lo he tenido que buscar en el diccionario.
Y vistas todas las acepciones, pues no. De esta me salvo hasta más ver.

La ira.

De pequeña era bastante combativa. Niñas, niños, pequeños, mayores. No era nada racista para liarme a tortas.
Pero recuerdo una vez ya de adolescente, que estuve muy cerca del mamporreo con una rubiaca, que a mi juicio era peliteñida (no tengo nada en contra de ellas, ¡ojo!).
Bueno, pues la chiquita le llamó hijo-de-puta a mi hermano porque a su juicio se había portado como tal con su prima.
En principio, yo no me metería. Además "la prima" era mi amiga. Y mi hermano un jovenzuelo que, siendo fiel a los de su gremio, no es que tuviera muchos recursos emocionales en el trato al sector opuesto.
Pero ese "de" en la frase fue su condena.
Salí de la discoteca y dije: "Paradme que la mato"
¡Que no! Salí, la arranqué algún pelo moreno que aun tenía, y me volví pa dentro, más a gusto que un arbusto.
Bueno, esta última versión tampoco es la verdadera. Pero es que la pacífica y dialogante no vende.

La pereza.

Bueeeno. De esta he tenido para dar y repartir. Más en los años pasados que ahora, he de decir sin duda.
Pero de mi caminar, me ha quedado algo muy arraigado, y que yo asocio a la pereza.
¿Has oido hablar del término "procrastinación"? Más o menos tiene que ver con "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy", pero todo lo contrario.
Cuando yo lei ese concepto, ¡mamma mía! me definía a mí. Lo mío era: para mañana, para mañana no, para mañana tampoco, tendiendo a infinito.
Y al saber que alguien se había molestado en crear tal definición, dejé de sentirme una marciana, y comenzó la curación.

Con todo esto, a parte de haber ejercitado
 la memoria, solo me queda clara una cosa:
                                  ¡Que soy bastante pecadora! :)

1 comentario:

  1. Genial, me han encantado tus pecados, muy instructivos a la hora de conocerte un poco mas en la época en que no te conocía ;-), creo que sales bastante bien parada

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