viernes, 7 de septiembre de 2012

Los que todo lo pueden

     Hace ya un par de años que conocí la Biblioteca Central de Cantabria. La del bueno de Ibrahima, ¿te acuerdas?
     Desde entonces he venido tardes, mañanas, cuando me cuadraba me venía. A estudiar sí, a estar sin más también. Porque las bibliotecas, librerías..han sido para mí lugar de disfrute desde que era adolescente. Por su olor, por su esencia, por la gente que congregan.
     Y esta en concreto me gusta. Es inmensa, da respeto por fuera, más bien pareciera una cárcel cuando la divisas. Pero por dentro la cosa cambia, me impresiona, con sus plantas espaciosas, su techo allá en lo alto tan lejano que se te olvida que está, y con sus múltiples estanterías. Pasillos y pasillos con libros a uno y otro lado, en los que me he recreado en todo este tiempo.
     Desde aquí escribí algunas de las entradas de este blog. Aquí es donde cojo las películas que pongo a los abuelucos con los que trabajo. Desde aquí he vivido acontecimientos importantes en mi vida y la de otros. Y es aquí donde no me había vuelto a sentar para escribir desde que mi abuela se fue, hasta hoy.

     Me habían llegado rumores de que los recortes querían alcanzarla y de que rulaba un documento-protesta contra la amenaza de reducción de personal y  horas de apertura.
     Ahora esa amenaza es ya un hecho. Incluso a pesar de la multitudinaria implicación que tuvo el documento-protesta. Y es que cuando uno es político no amenaza, actúa.
     Los Sábados por la tarde y los Domingos estará chapada, ni películas de última hora, ni abuelos que lean el periódico, ni padres que traigan a sus hijos al aula infantil, ni exposiciones de nadie, ni libros que abrir. Y es que cuando uno es político está demasiado ocupado para venir a la biblioteca.
     La conexión a internet antes consistía en dos WIFIS, de las que una se petaba cuando esto estaba a reventar, osea en época de exámenes universitarios. Ahora ya solo queda una, y cuesta conectarse a ella la paciencia del santo job en un viernes tarde como este que apenas hay gente.
     Cuando se saca un libro, CD, película o lo que sea para llevartelo a casa, siempre se presenta el carnet en la salida. Te sellan y ya. Y de eso se encarga un chico alto, negro, educado y que siempre me preguntaba cómo estaba y esperaba a que le respondiera, la retórica no va con él.
Una tarde vine de urgencia a devolver una película que había sacado para el trabajo y me había pasado del plazo de devolución, y además necesitaba sacar otra para lo mismo. Por las normas estaba penalizada. El ordenador se bloqueaba para mí si intentaba algún préstamo. Tantos días pasados, tantos días que no podía sacar nada. Entonces le dije a ese chico que la necesitaba para los abuelucos con los que trabajaba. Y me dijo "Por los abuelucos lo que sea" . Sacó un código del escondite, lo introdujo, y pude llevarme la película.
     Él es uno de los recortes. Trece en total son los recortados.
     Y es que cuando uno es político, lo puede todo, y recorta de donde quiere que para eso es el que tiene la tijera.
     Sabiendo que lo que quita no es lo que él necesita, porque sino no lo quitaría ¿a qué no?
    

2 comentarios:

  1. No me digas que ya no está ese chico, me acuerdo que me comentaste lo majo que era, y mira que justo ayer me acordé que no te había preguntado si les gustó la peli que les llevaste a los abuelucos, seguro que esa fue la que se te olvidó devolver. Pobrecito!

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  2. Qué forma de reflejar la dura realidad Lore. Esta carta tenía que llegar más lejos... Es sencilla, pero llega, llega muy adentro. Al político no por supuesto, a esos les falta algo, el corazón , el sentimiento, la razón... no lo sé... Me pasó algo este curso pasado con una alumna, que me dejó muy claro lo inhumanos que pueden llegar a ser los políticos.
    Un besazo y te animo a publicar la carta en periódicos, el semanal...

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