viernes, 18 de julio de 2014

Una de dos

Has soñado conmigo.
Me has dicho: perdóname.
Sin embargo, eres tú la que ha de perdonarse.

Me pediste que aguantara hasta el día siguiente, 
que te esperara, 
y lo intenté, pero no pude más.
Las fuerzas se iban, y los ojos se cerraban.

Pero cuando estaba yéndome, te vi.
Allí de pie,
Sonriéndome y queriéndome como siempre hiciste,
Con tu perfecto amor imperfecto.

Perdónate. Y perdóname.
Es la mejor manera de seguir adelante.

Te acercaste a mi lado, y sentí que me cogías de la mano,
el último calor, tu beso estrujándome.
Hay muchas formas de estar, hija.
Da igual donde esté el cuerpo.
Por eso yo te traje junto a mi.
Para irme rodeada de los que me quisieron.

Perdónate. Yo nunca he necesitado hacerlo.
Porque me diste una vida entera y creíste quitarme la eternidad, 
pero no.

En el último instante te sonreí,
y entonces me quedé contigo.

Carta de una abuela a una nieta.
¿Qué importa cómo fue la historia real si el amor lo cambia todo?

Para mi tata, que lo inunda todo.
Gracias.

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