viernes, 14 de febrero de 2014

Efecto match point..¿hacia qué lado de la verja caer?

Marroquíes que intentan llegar a España por Ceuta.
Sirios que lo intentan por Melilla.
Hasta aquí nada fuera de lo normal desde que tengo memoria.

El estremecimiento y la tensión vienen cuando se pasa de pateras en luna llena con treinta inmigrantes
a grupos de doscientos atentando contra unas, no muy tarde en el futuro, irrisorias vallas que no podrán contenerles.

Y aquí estamos nosotros, como aquel que no quiere ver, con nuestro decadente país pero sostenible país, en algún grado al menos aun.
País que nos mantiene en nuestros pequeños vicios, pequeñas comodidades, pequeños egos que nos hacen creernos dueños de este lado del estrecho, de esta tierra en la que aparecimos, y parece que lo hemos olvidado, por mero azar.

Me gustaría poder criticar a la policía y sus utensilios antidisturbios contra una docena de nadadores.
 De hecho, si no tuviera en cuenta la coherencia a la que cada uno de nosotros nos debemos, les llamaría "cabrones" por haber inventado una barrera humana-legal que separó a esa gente del espejismo de una vida mejor.
Se lo llamaría y me quedaría tan ancha, aún a sabiendas de que yo estoy aquí, con mi vida diseñada gracias a que esos policías están ahí, creando esa barrera que yo quiero aborrecer para sentirme más humana.

Este mundo está corrupto.
Sentir que luchamos por los derechos humanos es una calumnia que alimenta nuestra alma hipócrita.

No luchamos a favor de ningún derecho si no los dejamos venir.
No luchamos por ningún derecho si nos importan tanto las formas pero seguimos manteniendo ese fondo cruel y mísero que es tener a todo un continente sumido en la pobreza mientras los continentes y países más potentes buscan la riqueza, el poder, la optimización.
No buscamos luchar por los derechos humanos si no entendemos de una vez que somos ciudadanos del mundo, que somos vasos comunicantes, y que, tarde o temprano, por efecto lógico de la acción-reacción, lo que le ocurra a uno de Namibia, a un somalí, o a uno del Congo, nos atañerá a nosotros con una fuerza desmedida, que pudimos predecir y prevenir, pero que preferimos ignorar.

Y para mi, la solución, una vez más, pasa por algo que sigue dependiendo de las corrientes mentes inmorales de nuestros políticos, y que se llama Educación.
Educación para crear mentes brillantes, que transgredan lo conocido e inventen una sociedad más humana.
Educación para que los niños de hoy en día aprendan que el dinero, el estatus, o las apariencias, no son en lo más mínimo lo importante.
Educación para que surjan personas óptimas que sepan gestionar y aunar el bien de todos con el bien particular.
Educación para hacernos a todas y todos mejores de lo que somos de forma colectiva.
Porque está muy bien eso de encontrarnos a nosotros mismos,
de entender nuestro mundo interior,
pero centrándonos en eso corremos el riesgo de olvidar proyectar para los demás,
corremos el riesgo de olvidar buscar el bienestar también de los demás.
Podemos, simplemente, caer en el error de olvidar a los demás.

Y, si no lo remediamos, todos esos "demás" vendrán tarde o temprano a buscarnos, y a pedirnos cuentas por haber ignorado que tenemos un destino común.
Que ellos y nosotros somos tan solo
caras distintas
de la misma moneda.


2 comentarios:

  1. Hermanita me dejas sin palabras solo puedo decir gracias por tenerte como hermana. Un beso

    ResponderEliminar
  2. Se puede decir más alto pero más claro no. Creo que en el fondo vivimos en una sociedad muy hipócrita donde criticamos ciertas actitudes pero no demasiado, porque en el fondo, nos ha convenido siempre.

    El tema de las vallas y la segregación, la desigualdad, la pobreza jamás va a desaparecer mientras existan fronteras, mientras sigamos votando a inútiles que no les importa nada de lo que hay más allá de su portal o su cuenta bancaria en Suiza. Mientras se anticipe el dinero a las personas estamos perdidos.

    Algún día pagaremos caro todo esto. Quién sabe si con la misma moneda, pero cada persona que se ahoga en el mar por tratar de buscar una vida mejor, o que se desgarra los brazos y las piernas con las cuchillas al saltar la valla que nos separa, es una catástrofe y una historia que estamos olvidando y que probablemente nunca nadie nos va a querer contar.

    ResponderEliminar