Me despierto con el sol y con el salitre pegado a la piel cada mañana, y mi perro y yo caminamos hasta un acantilado cercano.
Allí me agarro a la baranda con fuerza y cierro los ojos.
Respiro hondo y pienso en cada persona que existe o ha existido en mi vida y se ha quedado.
En lo que he vivido, bueno y malo. En los años que han pasado.
En mi imagen en el espejo a cada paso.
Tengo suerte, me digo.
De tenerme, bien.
De tenerlos, cerca.
De sentir, querer y ser correspondida en todas las facetas de mi vida.
Por norma me ronda una idea que suelo espantar a manotazos, pero que por momentos la permito existir.
Me voy a morir.
No sé cuando,
no sé cómo,
ni rodeada de quien.
Pero me voy a morir.
Y entonces la vida se vuelve frágil pero tan valiosa a la vez.
Cuando me enfado con alguien querido me digo: Lole, te vas a morir. Y la ira desaparece.
Cuando dejo de hacer algo que quiero, pienso: Sólo tengo una vida.
Y los pies echan a andar.
Cuando la rutina me quita la sonrisa, pienso: este minuto es oro. Y sonrío, sin motivo, a quien no lo merece, o sí. Pero le sonrío. Como acto de conciliación.
Cuando siento nostalgia, pienso que mis seres queridos también se están yendo. Que mis padres se hacen mayores y un día no estarán. Y les abrazo, y hacemos las paces.
Cuando piensas que un día el mundo seguirá girando sin ti, si aprietas lo suficiente los puños, extrañamente resurges de ese pensamiento alada, y todo se vuelve relativo.
Ese que no te quiere o al que no quieres.
Aquel problema que no solucionas.
Esta soledad insidiosa.
Entonces, a pesar incluso de ti, el instinto de supervivencia te impulsa.
Y entonces quieres a todos, sin grietas.
Y abrazas los días con ganas de vida.
Y nada malo logra alcanzarte.
Porque sólo tienes hoy, y eso para ti es un regalo
que estás dispuesta a compartir con el mundo entero.
Hasta que dure.
Piénsalo. Te vas a morir.
¿Eso que piensas, crees o sientes, y que te sumerge en la tristeza, merece malgastar lo único preciado que tienes, y que no es el dinero?
Tiempo.
Dame tiempo, vida.
Y yo te regalaré vida, tiempo.
Pienso que todos deberíamos aplicar esta premisa y no dejarnos sobrepasar por las circunstancias, los problemas... pero no siempre es fácil
ResponderEliminarTienes razón Vero, no siempre es fácil y merece la pena el esfuerzo.
EliminarUn abrazo.
Otra leccion hermanita y revilla vendiendo libros. ... tu si que vales.
ResponderEliminarTq
Jajaja! Me conformo con este blog, Pochi.
EliminarPero gracias! ;)