domingo, 11 de diciembre de 2011

Paula

   En mi vida los niños, cuanto más pequeños peor, han sido un colectivo que me ha mirado siempre con extrañeza, incluso antipatía diría yo. Cuando me tocaba estar en algún lugar con uno de estos pequeñajos por medio, les rondaba desde la distancia como quien da vueltas a algo que no sabe por donde coger. Exprimía mi creatividad para hacerles las mil típicas carantoñas, pero nada. El que no salía corriendo, lloraba porque aun no tenía edad para irse por pies.
   Y lo que más me encontraba eran ojos- póker, donde yo leía "Y ésta, ¿a qué jugará que solo se ríe ella?"

   Y siendo esto anterior causa o consecuencia lógica, no sé muy bien cual, tampoco me veía madraza, de esas que se apasionan por los niños, propios o ajenos da igual. Siempre me han preocupado otras facetas de mi vida que nada tenían que ver con ser madre.

   Y hace tres meses apareces tú. Al principio un poco intrusa, porque venías a colarte de lleno en el triángulo indisoluble que formábamos tu papá, tío y yo. Y, por qué no reconocerlo también, porque me darías un nuevo papel en el mundo para el que creía no estar preparada.

   Y sin embargo...

   En este tiempo se me pasan las horas vivas contemplándote, memorizando tus infinitas muecas, queriéndote, soñándote alegre, viéndote ya gigante entre mortales. Imaginando qué querrás ser de mayor, si me buscarás cuando estés mal.. Y te beso, y te aprieto contra mí.
   Pienso en cómo vivirás el amor, si valorarás la amistad como se debe, si tendrás un generoso corazón indomable, y vuelvo a achucharte. Te canto suave, y fijamente me observas y te calmas : te gusta.
   Y entiendo que ahora el triángulo es un cuadrado igualmente irrompible.
   Y te miro, y tú también me miras a mí, me sonríes y atrapas así mi corazón, que cabe en tu diminuto puño.
   Y observo a Tata, tu bisabuela, cómo te mira. Y entonces me descubro queriéndola así con un hijo mío...

   Ahora lo sé mi Pau. Sé que estoy preparada para ser valiente por ti, para ponerme la nariz de payaso si estás triste. Preparada para estar en la segunda línea de batalla, por detrás de tus papás, si es que me necesitas.
   Preparada para aceptar sin pena no ser yo lo primero que tus abuelos puedan mirar con devoción, preparada para cederte el trono con todo el amor del mundo.
   Preparada al fin para dejar que el tiempo y su transcurrir pasen por mí y dejen el rastro de aquello inherente a ellos : los cambios. Que pueden traer cosas tan maravillosas como lo que dejan atrás, incluso más.
   Cerrar etapas lo llaman algunos. Hacerse grande me da a mí que es.


   Gracias mi cosa bella por estar en mi vida.. Por darme tanto siendo un trocito de carne y piel.

3 comentarios:

  1. ..hacerte grande siendo más "grande" todavía,amiga..que preciosos y puros sentimientos despierta en ti la pequeña Paula,que seguro que ya sabe cuánto la quieres e intuye la importancia que ambas teneis y tendreis en vuestras vidas..cada achuchón,un rayo de esperanza.

    ResponderEliminar
  2. Ya lo sabía yo, en cuanto tuvieras en tus brazos a Paula todo cambiaría, jeje

    ResponderEliminar
  3. Lorena...
    Vaya recuerdo para tu sobrina este blog. Continua con él. Algún día te lo agradecerá...
    Un besazo

    ResponderEliminar