lunes, 8 de junio de 2015

Quiero ser vieja

Salvo los niños la mayoría no queremos hacernos mayores, aprendemos a llevarlo porque es inevitable pero no es una elección voluntaria del todo.
Yo me he inventado vieja en estos días, he tenido la piel arrugada y he querido que me duelan los huesos al despertar, he deseado tener mas historias que contar que las que me queden por vivir.
He querido que la vida ya apenas me exija nada mientras los demás siguen construyendo la suya con sueños y caminos por asfaltar.

Ayer me encontré con un viejo, 
un viejo sabio con dolores,
barrigota,
recuerdos de lo que hizo,
quizá de lo que no fue y ahora es,
y con un camino en el que ya se va viendo la línea de meta.
Y quise hacerme vieja como él,
quise saber como él,
quise tener un puñado de verdades sencillas para vivir como él,
quise tener el sentido común que sólo un viejo tiene,
quise su experiencia,
sus pocas certezas pero su alegría perenne,
quise maldecir menos y aceptar más como hace él.

Tres verdades, niña, e intuyo que inventadas.

La vida pasa rápido.

Nada es tan desgraciado que merezca llevarse tus ganas de vivir.

No busques fuera, está dentro, todo lo que cada día buscas fuera está en ti, así que no le eches la culpa al destino o la vida de lo que no lograste, lo que te ocurrió o de haberte sentido desgraciada.
 Sólo tú escribirás la historia.

Y se fue con un Thank You.
Y se llevó a mi vieja,
al menos por el momento,
para que decida quien quiero que sea
cuando la toque existir.

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