Ya no me expongo a las tormentas de verano.
Gramos de sensatez han invadido mis zapatos que asfixian seguramente.
La mala de los ojos verdes se quedó allí, entre sequedad y edificios milenarios.
Donde fuimos dos siendo uno menos uno.
Sé que querías, y quisiste cuando no sabía querer.
Hace años ya que no te pienso, que no te recuerdo, que te olvido como a un libro de los cientos que me leíste.

Tienes que ser libre para pensar, me decías, no dejes que te digan qué sentir, ni siquiera yo.
Y creímos que el tiempo era eterno, que jugaríamos a ese juego siempre.
Y creímos que el tiempo era eterno, que jugaríamos a ese juego siempre.
Te quiero así, pájaro. Te quiero así, mapache.
Hace tiempo ya que te vi al son de música inaudible. De nuevo se clavaron las miradas.
De nuevo jugando al juego de ninguno.
Ninguno gana. Ambos seguimos.
De nuevo jugando al juego de ninguno.
Ninguno gana. Ambos seguimos.
Mensaje silencioso que no llegó a los aplausos finales. Solos los dos.
Sin juego, ni magia, ni uno menos uno.
Sin juego, ni magia, ni uno menos uno.
Eso fue ahora.
Hace rato no era así.
Hace rato no era así.
Hace rato fuimos dos, uno menos uno, jugando a sumar.
Sin haberlo logrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario