viernes, 28 de diciembre de 2012

Tú o yo. O los dos

Aún recuerdo la locura. Cuando tú desatabas el infinito para mí.
Y jurabas. Y hablabas de eternidad.
Y yo te escuchaba. Serena. Desde el instante oportuno. Nada más.
Mañana volvería a mostrarte que el siempre no existe.
Aunque sea bonito soñarle. Y creernos inmortales.

Sin reglas.

Querías enjaularme. En cada encuentro lo buscaste.
Y mis alas se batían al terminar-te.

Libertad. Nací para ella. Y lo sabías al llegar.
Igual que lo supiste al irte.
Cerraste la puerta tras de ti, sin confianza de que fuera con firmeza.
Querías enjaularme, y entendiste que no lo lograrías.

Entonces fue una, fue otra, y después otra más.
Y yo te seguí en la destrucción.
Hice daño. Sudé. Y disfruté no teniéndote en mi cuerpo.
Aquel cuerpo.
Ese.
Este.
Y otro que soñó atraparme.
Sin saber.
Sin saber tú.
Que cuando ya no había vuelta atrás, te pertenecí.
Que dio igual lo que quise ser.
Porque al final venció lo que tú hiciste de mí.


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