Esta ciudad. ¿Qué tiene esta ciudad que logra calmar mis males?
Cuando la conocí sufrimos ambas una marcada indiferencia.
Yo huía de ella en cuanto podía. Y ella no me mostró su cara amable hasta meses y meses más tarde.
Al divisarla a lo lejos en el autobús, el estómago se me encogía. Y ella ingrata, me recibía fría, fea, ausente.
Sí, Salamanca era fea, era estúpida, y no la quise hasta mucho tiempo después, cuando finalmente nos dimos la inevitable oportunidad.
De repente sus calles olían a libertad. Su gente sonaba familiar. Sus noches eran semillas de sueños. Y sus monumentos cobijo de mis tristezas.
Y poco a poco la llené de vivencias. Y ella a mí de recuerdos.
Me mostró personas inolvidables. Y fue testigo de cómo crecí. De cómo me equivoqué y de cómo remonté el vuelo.
Ahora, cuando retorno a ella, me invade una enorme nostalgia. De lo que viví, de lo que me enseñó, de los que pasaron y ya no están, de esa amiga que me da el primer abrazo, y además el último, y que pronto también se irá.
Ella es la ciudad de Peter Pan, y yo, en cambio, me hago mayor.
Fue lugar de paso para mí. Pero cuando nos reencontramos, nos reconocemos y congratulamos.
Ella me mira con la soberanía de quien guarda tantos secretos míos. Y yo la sonrío con la certeza de quien sabe que jamás podrá contarlos.
Tengo que ir yo a descubrirla también, supongo que mas vale tarde que nunca ;-)
ResponderEliminarHola Lorena
ResponderEliminarSoy Emma (amiga de Vero).
He de decirte que me ha enganchado tu blog... o más que tu blog, tus palabras en él.
Te animo a seguir...
Salamanca... qué recuerdos. Bonito, precioso lugar...
Mucho ánimo.
Te seguiré por aquí...
A esas dos que comentan los posts las pago por hacerlo;) pero a ti Emma te agradezco el detalle, espero que realmente al destaparlo encuentres piedritas y socorros y... :)
ResponderEliminar¿Tú sí conoces Salamanca eh? No como otras,jeje!
Un saludo.
Nadie es perfecto, qué se le va a hace! jeje
ResponderEliminar